EL PAíS › LAS PERDIDAS SOCIALES POR LOS ACCIDENTES DE TRANSITO

El otro costo

Uno de cada cuatro fallecidos son varones de entre 15 y 29 años. Sólo en salud, el gasto es de 26 millones de pesos por año. El costo total llega a los 744 millones de pesos. Aquí, los datos del primer estudio demográfico y social sobre accidentes de tránsito en el país.

 Por Mariana Carbajal

Los accidentes de tránsito que diariamente se suceden en el país le cuestan a la sociedad al menos 744 millones de pesos al año. El gasto por la atención de la salud de las víctimas resulta una proporción mínima –apenas 26 millones– frente al costo mayor, el de las vidas perdidas y el de las discapacidades. Se estima que por esta “epidemia silenciosa” que ocurre en calles, rutas y autopistas se pierden anualmente 170 mil años de vida potencial: ésa es la cantidad de años que el conjunto de fallecidos se queda sin vivir. Los cálculos surgen de un estudio encargado por el Ministerio de Salud de la Nación, y aunque son estimaciones conservadoras –según se aclara y no incluyen costos por daños a la propiedad y seguros– sirven para tener una idea de la magnitud del impacto de esta problemática en el país. El relevamiento muestra además que hay un predominio de varones jóvenes tanto entre los lesionados como entre los muertos, y la moto es el medio en el que se accidenta (resultando herido o fallecido) entre un 20 y un 40 por ciento de las víctimas, según las ciudades analizadas. El uso de medidas de seguridad al momento del accidente es mínimo (ver aparte).

El estudio lleva el título “Aspectos demográficos y sociales de los accidentes de tránsito en áreas seleccionadas de la Argentina. Diagnóstico y aportes para el diseño de políticas y programas de prevención”. Fue encargado y financiado por la Comisión Nacional de Programas de Investigación Sanitaria (Conapris) a destacados investigadores del Centro de Estudios en Población, entre ellos Rosa Geldstein, y a otros profesionales de reconocidas instituciones sanitarias de Buenos Aires, Chaco, Santa Fe y Neuquén. La Conapris está bajo la órbita del Ministerio de Salud de la Nación. Entre los objetivos de la iniciativa figuran identificar, mensurar y localizar geográficamente los factores de riesgo, las poblaciones expuestas, su desprotección y su actitud ante el riesgo. El trabajo tiene más de 200 páginas.

Uno de los puntos analizados fue el alcance de la “epidemia silenciosa” causada en el país por los accidentes de tránsito (AT, en adelante). Como hay controversia sobre el número de víctimas (y se presume que hay subregistro), se tomó en cuenta el promedio de fallecidos de cuatro años –entre 1999 y 2002–, a partir de los datos procesados por la Dirección de Estadísticas e Investigación en Salud (DEIS). Esta cifra da un promedio de 4.146 víctimas fatales por año, un número muy cercano al del Registro Nacional de Antecedentes de Tránsito (Renat) para 2006. Según el organismo oficial encargado de llevar la estadística accidentológica vial del país, el último año se produjeron 3859 muertes por AT: la cantidad de fallecidos viene creciendo paulatinamente desde 2004, cuando se contabilizaron oficialmente 3047. En la actualidad –aclaran en el Renat– todavía no es posible hacer en Argentina un seguimiento real de todos las víctimas graves en hechos de tránsito para poder conocer el número real de personas fallecidas después de ocurrido el hecho. Por esa razón, el organismo decidió aplicar desde fines de 2004 un “factor de corrección” recomendado por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud. Es un ajuste que supone incorporar los decesos de las víctimas graves que ocurren entre las primeras 24 horas hasta los 30 días siguientes de ocurrido el hecho. Con este factor, las víctimas fatales registradas oficialmente se duplican: son una veintena por día.

Vidas truncadas

La investigación de la Conapris no añade el factor de corrección, pero aun así los datos son válidos para conocer quiénes mueren en la Argentina por AT y cuál es el precio –en un cálculo muy conservador– que la sociedad paga por esta tragedia cotidiana. Siguiendo el patrón internacional, la mayoría de las víctimas fatales son varones. Los hombres superan unas tres veces la mortalidad de las mujeres. Uno de cada cuatro fallecidos registrados como promedio anual entre 1999 y 2002 son varones de entre 15 y 29 años.

¿Cuántos heridos que requieren internación causan los AT? Para sacar este dato, la investigadora Laura Lacasta, una de las profesionales convocadas para el estudio, tomó en cuenta los últimos datos disponibles de egresos hospitalarios, que se procesan y difunden cada cinco años. Todavía no se publicaron los de 2005, así que tomó en cuenta los de 2000, cuando se registraron 28.595 pacientes dados de alta después de ser atendidos por alguna lesión generada en un AT: 19.714 fueron varones y 8870, mujeres. Se observa que por cada 2,2 varones hay una mujer que requiere internación: es una relación “significativamente menor” que la registrada entre las víctimas fatales, que es de tres varones por cada mujer, “lo que permitiría inferior que los accidentes de tránsito tienen consecuencias más graves para las víctimas de sexo masculino”, advierte el estudio. Entre las conclusiones que sacó Lacasta se destacan:

- En las edades jóvenes, por cada individuo que muere existen más de 20 personas que tienen que ser hospitalizadas con diversa gravedad.

- Esta relación no presenta diferencias por sexo hasta los 10 años de edad.

- A medida que se avanza en edad, la relación muestra un rápido descenso para los varones debido a la importancia de la frecuencia de casos mortales.

- La duración media de internación es de casi cinco días para los varones y poco menos de cuatro para las mujeres. “Esto significa que los varones no solo sufren más lesiones, sino que éstas son de mayor gravedad, lo que los lleva a permanecer hospitalizados por períodos que lo que lo hacen las mujeres”, señaló Lacasta.

- Uno de cada cuatro hospitalizados por AT tiene como diagnóstico daño intracraneal que es “una de las causas de mayor peso de discapacidad de corto plazo y sólo superado por el daño en la columna vertebral para las discapacidades de largo plazo”, subrayó la investigadora.

Por tratarse de un fenómeno que concentra a sus víctimas en edades jóvenes, para estimar sus consecuencias, los investigadores recurrieron a un indicador “muy utilizado” por la Organización Panamericana de la Salud, que mide el total de años que el conjunto de individuos fallecidos en una población ha dejado de vivir. “Se basa en una diferencia entre la edad al fallecer de la persona y una edad que se espera que debería haber vivido”, aclaró Lacasta. Si bien esa edad puede fijarse en distintos niveles, en el trabajo se estableció en 80 años, supuesto que normalmente se utiliza como edad máxima en otros indicadores, agregó la investigadora. Los resultados alcanzados muestran que en Argentina se pierden por AT casi 170 mil años de vida potencial, de los que 130 mil corresponden a varones y los 40 mil restantes a mujeres. “Los datos dan una clara envergadura del problema, al tiempo que ponen en mayor evidencia la desigualdad de los sexos frente al fenómeno de los AT”, advierte el estudio.

También se calculó el potencial de años de vida activa perdidos, es decir, aquellos años que dejan de trabajar las víctimas de AT. Para ello se combinó el indicador anterior con las tasa de participación en la actividad económica de la población. Así surge que del total de años de vida potencial perdidos, casi 87 mil años son los que las víctimas fatales de AT hubiesen estado participando en el mercado de trabajo.

Uno de las conclusiones que se destacan en el estudio es el “precio” que paga la sociedad por los accidentes de tránsito: los costos directos vinculados exclusivamente con la atención de la salud de las víctimas ascienden a 26 millones de pesos por año. Incluyen gastos por hospitalización, por traslado en ambulancia y por la asistencia a víctimas no fatales que no requieren internación.

“Desde una perspectiva más amplia, a estos costos directos deberían adicionarse los relativos a los daños a la propiedad, costos legales, aseguradoras, etcétera. En ausencia de datos, resultó prácticamente imposible estimarlos”, aclaró Lacasta.

Los costos indirectos se calcularon valorizando, en pesos, los años de vida perdidos por las muertes y la discapacidad, es decir, las pérdidas de ingresos por los fallecimientos prematuros o las secuelas que causan los AT. El resultado fue 714,4 millones de pesos, de los cuales 591,5 millones de pesos corresponden a los varones y 125,9 millones de pesos a las mujeres.

El estudio aclara que si el valor estadístico de una vida en la Argentina fuese igual al de Francia, que aplica un valor intermedio, y al de Chile, que utiliza uno más bajo, “nuestros costos indirectos alcanzarían las cifras de 14.260 millones y 2630 millones, respectivamente. Esto pone en evidencia el carácter conservador de nuestra estimación, corroborando al mismo tiempo las graves implicancias sociales de la mortalidad y morbilidad asociadas a los accidentes de tránsito en la Argentina”.


La percepción del caos

Difícil, problemático, complicado, desorganizado, peligroso, descontrolado, inseguro, desastroso, caótico, loco, agresivo, congestionado y superpoblado de vehículos. Así definieron al tránsito en distintos contextos urbanos automovilistas, ciclistas, motociclistas y peatones entrevistados en distintas ciudades del país: Buenos Aires, Resistencia, Neuquén y Reconquista como parte de la investigación sobre accidentes de tránsito realizada a pedido del Ministerio de Salud. Quienes más inclumplen las reglamentaciones viales –según la percepción de los consultados– serían los más jóvenes –ciclistas y motociclistas– pero también los que trabajan en la calle.

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