La ministra de Defensa, Nilda Garré, acusó ayer al juez Guillermo Tiscornia de tratar de tomarla de “rehén” para “ver si negocia su juicio político”. La funcionaria salió así al cruce de la imputación por un presunto contrabando de armas que le hizo el magistrado, quien deslizó la posibilidad de renunciar a su cargo si el Consejo de la Magistratura avanza con su enjuiciamiento por su supuesto pedido de coimas. “Quizá –dijo acerca de su dimisión– le haga un buen regalo a mi señora esposa, pero no sé si lo voy a hacer en lo inmediato.” El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, avaló a Garré y opinó que Tiscornia “no debería ser juez desde hace mucho tiempo”.

“Tengo mucho respeto por la Justicia cuando es un juez digno, pero no cuando un juez me quiere tomar de rehén”, explicó Garré, a quien Tiscornia imputó como sospechosa de contrabando de armas en el marco de una investigación sobre una exportación de partes de fusiles a Estados Unidos realizada por Fabricaciones Militares. La ministra le recomendó al juez investigar los vínculos entre el exportador y el importador en vez de poner “la mira sobre funcionarios para ver si negocia su juicio político”. “La idea era citar y ser tapa en un diario, cosa que logró”, añadió Garré. Tiscornia quedó al borde del juicio político por mal desempeño, acusado de haber pedido cuatro millones de dólares para sobreseer a una empresa de juegos de azar. “Es muy aburrido ver la misma película tres veces. La misma metodología de desestabilización”, reaccionó el juez ya cuestionado en anteriores ocasiones. En el papel de víctima, además de deslizar su posible renuncia, sugirió ser perseguido por atreverse “a desafiar la autoridad del Consejo de la Magistratura interponiendo una acción de amparo por haber sido arbitrariamente excluido de una terna” para camarista.