Martes, 26 de febrero de 2008 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Eduardo Sigal *
La iniciativa de Néstor Kirchner en dirección a reorganizar y renovar al justicialismo es un estímulo para la vida política argentina. Anidamos la esperanza de que, bajo su dirección, el Partido Justicialista supere el nefasto capítulo menemista de su historia, durante el cual se subordinó al proyecto de reestructuración neoliberal de nuestra sociedad que terminara con el más catastrófico derrumbe.
Las fuerzas que desde la tradición política progresista apoyamos el proyecto transformador que hoy encabeza Cristina Kirchner estamos ante una gran oportunidad. La sociedad argentina está reclamando una reconfiguración de su sistema de representación que no puede ser cabalmente llevada a cabo sobre la base exclusiva de las fuerzas predominantes durante gran parte del siglo pasado.
Respetuosos del deseo de muchos militantes justicialistas a favor de que su movimiento se reencauce en un sentido nacional y popular, estamos obligados a dar pasos efectivos hacia un proceso de unidad de toda la constelación política, social y cultural que impulsa el proyecto de cambios, sin formar en las filas del PJ.
El Frente Grande es una de esas fuerzas que apoyó tempranamente al gobierno de Kirchner, sin renunciar a su fisonomía plural, que le permite albergar a cuadros y militantes formados en el peronismo, el radicalismo y la izquierda. Tenemos muy claro que somos solamente una parte organizada dentro de un sector político muy amplio, que no ha logrado superar su dispersión política y organizativa.
Así como rechazamos el antiperonismo de cierto progresismo anclado en miradas muy superadas de nuestra historia, afirmamos que el justicialismo –con su innegable importancia numérica y política– no agota la vastedad y variedad de los apoyos que tiene el proyecto político puesto en marcha hace poco más de cuatro años. Queremos que las fuerzas progresistas y populares no justicialistas participen con personalidad y modalidades propias en la amplia concertación plural convocada desde las máximas instancias. Para eso impulsamos hoy un proceso de reagrupamiento político y organizativo que, en los plazos y formas más convenientes, desemboque en la constitución de una importante fuerza unificada, dispuesta al diálogo, y el accionar conjunto con el justicialismo y todos aquellos partidos y sectores sociales y políticos que apoyan las políticas de transformaciones de este Gobierno.
El Frente Grande tiene como razón principal de su existencia el aporte a este proceso de unificación y fortalecimiento de las fuerzas progresistas, capaz de neutralizar los esfuerzos de la derecha neoliberal que, desde dentro y fuera del peronismo, procurará recuperar su perdida iniciativa política. Las formas de esta unidad deben surgir de un debate franco y democrático entre sus promotores, superando toda mezquindad sectaria y todo estéril personalismo.
* Presidente del Frente Grande.
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