Lunes, 26 de mayo de 2008 | Hoy
EL PAíS › EL BALANCE DEL GOBIERNO SOBRE EL ACTO DE ROSARIO
La cena en Olivos que juntó a la Presidenta, a Néstor Kirchner y a Alberto Fernández sirvió para el análisis de la jornada. Hubo evaluación de los discursos y debate sobre los futuros posibles. Y temor a que los empresarios vayan “por más”.
Por Daniel Miguez
Ya pasó el 25 de mayo, en el que los empresarios ruralistas hicieron su acto en Rosario y hoy a las 16 volverán al Ministerio de Economía para escuchar la propuesta oficial sobre la modificación de las retenciones móviles para que no afecten los mercados a término, pero en el Gobierno temen estar ante un escenario muy complejo, sustentado en la hipótesis de que los ruralistas también la rechacen y que busquen “ir por más”.
Hasta antes de la manifestación en Rosario, en la Casa Rosada suponían que como los presidentes de las cuatro cámaras agropecuarias habían proclamado que no sería un acto opositor, al menos en sus discursos tratarían de cuidar las formas para que no lo pareciera y que los circunscribirían al reclamo sectorial, cosa que evidentemente no ocurrió. Por eso, así como hasta el sábado estaban confiados en que los ruralistas iban a aceptar la propuesta del Gobierno, que a su criterio solucionaba la objeción central a las retenciones móviles, ahora dudan y son invadidos por malos presagios.
Según pudo saber Página/12, anoche en la quinta de Olivos la presidenta Cristina Fernández de Kirchner analizó, durante una cena con el ex presidente Néstor Kirchner y el jefe de Gabinete Alberto Fernández, los planteos de tono institucional que hicieron todos los ruralistas que hablaron en Rosario, con excepción –consideraban– del titular de la Sociedad Rural, Luciano Miguens. Y la Presidenta creyó estar más cerca de lo que siempre sospechó: que los ruralistas quieren dar una pelea política e ir lisa y llanamente por el fin de las retenciones móviles. Y que no van a aceptar discutir sino que van a tratar de imponer por la fuerza la posibilidad de obtener mucha más rentabilidad. La prueba, cree, será hoy, según cómo reaccionen a la propuesta del Gobierno.
La Presidenta, según le comentaron varios testigos a este diario, volvió “muy contenta” de Salta por lo multitudinario del acto. Pero también decepcionada por las noticias que le llegaron desde Rosario sobre los discursos de los ruralistas, donde cuestionaron desde la legitimidad de la Presidenta, hasta el rol que para ellos deben cumplir los gobernadores, pasando por el funcionamiento del Congreso de la Nación. Quizá lo que más le dolió, a juzgar por los comentarios de esas mismas fuentes, fue lo que dijo el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, respecto a que “el problema es la Presidenta”. Para el Gobierno fue desmesurado y antidemocrático decir que “el problema de la Argentina es a quien votaron hace siete meses los argentinos”. En esa mesa también evaluaron que lo que dijo el jefe de la CRA, Mario Llambías, “fue espantoso”. También ironizaron sobre Buzzi elogiando a las Madres de Plaza de Mayo y citando a Arturo Jauretche. “Parece que no sabía ante quién estaba hablando. Es como ir a hablar bien de Irán a Estados Unidos”, dijo un funcionario a Página/12.
Algunos sostenían que el único cauto fue Miguens “porque hizo lo más sensato en estas circunstancias: llevar el discurso escrito”. En la misma línea afirmaban que en un acto con tanto público es muy fácil salirse de cauce si no se tiene experiencia y, sobre todo, si se tiene impericia política. “Se fueron al carajo”, dijo un ministro. “Patinaron mal”, fue la definición de otro.
Pero otros funcionarios ya dudaban de que todos los exabruptos de la dirigencia agropecuaria se debieran a una incapacidad política. “Están escondiendo la verdad. Yo creo que los tipos en el fondo lo que quieren es patear el tablero, que se pudra todo y volver a seguir con el lío”, le dijo a Página/12 un hombre muy cercano a la Presidenta.
Un ministro que coincide con esa mirada razonaba: “Acá estamos hablando de 1.500.000 dólares, que es lo que percibiría de más el Estado con la aplicación de las retenciones móviles. Pero el 50 por ciento de la soja la manejan sólo 2000 productores, que dejarían de ganar 750 millones de dólares. Esos 2000 tipos van a seguir poniendo más dinero del mucho que ya pusieron para que siga el conflicto. Pagan consultoras, campañas de prensa, la logística de los cortes en las rutas y tienen mucho resto para seguir haciéndolo”.
Hoy, cuando los empresarios abandonen la reunión, se sabrá si las prevenciones del Gobierno son acertadas o alarmistas. A los técnicos del Ministerio de Economía, no bien leyeron la propuesta que les llevaron las cuatro cámaras el jueves, les pareció “una risa”, según la calificó uno de ellos: proponían una escala de las retenciones móviles tan baja que a los precios actuales pagarían el 35 por ciento, el mismo porcentaje de retención fija antes del decreto del 11 de marzo. El Gobierno les propondrá atenuar la curva de modo que se elimine el 95 por ciento de retención para el caso de la que soja supere los 600 dólares la tonelada, porque una retención tan alta, llegado el caso, equivaldría casi a un precio fijo, eliminado la posibilidad de apostar a los mercados a futuro. Entre esos márgenes tendrán que negociar, si es que hay disposición para hacerlo.
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