Jueves, 4 de diciembre de 2008 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Luis Bruschtein
Con un muerto y quince heridos de bala, pareciera que la discusión sobre cuál de los dos sectores enfrentados tiene la razón no fuera lo más importante. Y sea cual fuere la discusión que los enfrentó es evidente que no vale una vida. El costo que se pagó no tiene ninguna relación con el resultado de la discusión o con lo que se discutía. Es absurdo. Una muerte y numerosas vidas arruinadas no compensa ninguna discusión gremial de las que se estaba dirimiendo en el enfrentamiento.
Porque nadie hablará en los medios sobre la discusión de fondo, que es la libertad y la democracia sindical, y el foco será puesto en los enfrentamientos y el saldo de víctimas. El único tema mediático será la violencia como una cualidad recurrente de la organización gremial. Un enfoque que contribuye al descrédito del derecho de los trabajadores a organizarse para defender sus intereses. Una forma de debilitar a la organización gremial, de alejar a los trabajadores de su única herramienta para asumirse como un colectivo con objetivos en común.
Finalmente las mismas organizaciones gremiales acabaron cruzando acusaciones sobre la responsabilidad con respecto a los hechos, dejando a un lado los puntos de vista en los que están enfrentados. El debate pasa a ser quién tiene la culpa. Y para los medios habrá un solo culpable: las organizaciones gremiales en su conjunto, la idea misma de organización. Porque la acción de organizarse gremialmente es una expresión de conciencia y responsabilidad social, pero el eje de la violencia y la muerte la presenta como lo contrario: organizarse, o participar, o intervenir, es irresponsable. Entonces lo mejor es no meterse, tratar de resolver en forma individual la problemática laboral. Nadie lo dice así, con todas las palabras, pero es un mensaje subyacente que se ha extendido durante muchos años en la sociedad.
Pero el debate de fondo debería ser la libertad sindical y la resolución de los conflictos intergremiales en forma democrática por los trabajadores. La confrontación forma parte de la convivencia democrática en la sociedad en general y en las organizaciones gremiales en particular, ya que por lo general en ellas coexisten corrientes diferentes. Esa confrontación, resuelta en forma democrática alimenta la organización. Cuando se resuelve en forma violenta la debilita porque aleja a los demás trabajadores.
Con la información que hay en este momento sobre los enfrentamientos en Rosario, podría decirse que allí no hubo un ganador sino que perdieron todos.
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