EL PAíS › OPINION
Las lecciones que nos deja
Por Juan Abal Medina (h)*
Todos lo que luchamos por una sociedad más justa disfrutaremos de una enorme alegría: después de 22 años de construcción política, el Partido de los Trabajadores llega al gobierno de Brasil apoyado en la mayor elección realizada en la historia por un partido de izquierda. Formado en 1980 por sectores cristianos de base, militantes sindicales y grupos sociales, el PT es un partido con un millón de militantes que demostró en la gestión que es capaz de gobernar sin traicionar sus ideales. Desde más de 200 municipalidades, gobernando en el día a día a decenas de millones de brasileños, pudo crecer sostenidamente escapándole al sectarismo como al consignismo típico de la izquierda latinoamericana. El triunfo del PT debe servirnos para aprender especialmente a nosotros, los argentinos, que estamos a años luz de contar con una herramienta de izquierda democrática de la fortaleza de la de los compañeros brasileños. ¿Cuál es la principal lección para nosotros? Que existe un camino intermedio entre la construcción rápida pero fugaz “de los atajos” del Frepaso y el improductivo “narcisismo de las pequeñas diferencias”, tan tradicional de la izquierda y el progresismo argentinos. El camino del PT, el mismo que están recorriendo los uruguayos del Frente Amplio o los mexicanos del PRD, es el de un crecimiento sostenido, apoyado en la amplitud programática y un fuerte énfasis en la gestión. Hablar de izquierda en Uruguay es hablar de Montevideo, en México del DF, en Brasil de Porto Alegre y San Pablo. Es en esos ámbitos donde el PT demostró la capacidad para diseñar políticas públicas innovadoras y fuertemente progresistas, tal el caso del Presupuesto Participativo hoy imitado en todo el mundo. En Argentina, el Frente Grande porteño y el socialismo rosarino vienen gestionando en medio de la crisis sin renunciar a sus convicciones, demostrando que pueden hacerlo en una coyuntura que fue desastrosa para radicales y peronistas. Con aciertos y errores, ambas experiencias deberían ser bases de una izquierda transformadora en nuestro país. Quizá gran parte de los problemas que nos apartan del camino que transitan en otros países las opciones de izquierda democrática se basan en una mala lectura de la historia del Frepaso, cuestionando sus aciertos junto con sus errores. No es un error instalar referencias en la opinión pública, lo que hace falta es acompañarlas con la construcción colectiva. No es una equivocación escapar de la cultura testimonial, pero es necesario generar un programa sólido de transformación. Finalmente, no está mal ampliar las fronteras para pelear por el poder, está mal hacerlo sin medir las propias fuerzas. En lenguaje brasileño diríamos hoy: no está mal poner a un conservador en la fórmula presidencial, está mal ponerlo de presidente y no de vice.
* Profesor e investigador (UBA-Conicet), secretario general del Frente Grande.