EL PAíS › OPINION

Política y mercados

Por Carlos Raimundi *

La victoria de Lula coloca a Brasil ante un proceso en el que conviven continuidades y rupturas, cambios profundos y grandes líneas de acuerdo. Por un lado, la firmeza frente a los Estados Unidos en materia comercial, el rechazo a la intervención de fuerzas especiales en Colombia y, simultáneamente, un espíritu pacificador según el cual el blanco de las críticas no fueron los otros candidatos sino la indecencia y la injusticia, y según el cual, además, hay una coincidencia compartida en favor del equilibrio fiscal. En mi opinión, el país hermano no se está planteando una relación con el FMI en términos maniqueos de “obediencia o aislamiento” sino que pugna por encontrar un camino que combine realismo con autodeterminación. No planteo una visión idílica, no digo “Brasil no tiene problemas”, no niego la existencia de nichos de corrupción ni que persisten anchas franjas de desigualdad. Sí planteo que su dirigencia sindical, empresarial y política, pese a las vicisitudes que implica conducir un país grande y a su vez no desarrollado, intenta marcar una tendencia de liderazgo regional con una economía basada en la moneda nacional y una relación no carnal con los EE.UU. Hasta el 6 de octubre pasado, la interpelación de la política tuvo lugar entre los candidatos y la sociedad. De lo que se trata ahora es de traducir los votos en una mayor capacidad de la política para afrontar con éxito la presión de los grupos financieros.
* Diputado nacional del ARI.

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