EL PAíS
La Feliz
- Presupuesto. La crisis por la que todos los empresarios se lamentan no hizo mella en el presupuesto del coloquio. Cuarenta y ocho empresas auspiciantes aportaron a razón de 30 mil pesos cada una, en tanto que cada uno de los empresarios asistentes obló 3 mil pesos para reservar su lugar. El casi millón y medio de pesos así reunidos no alcanzó, sin embargo, para que, a semejanza de otros años, se pudiera traer invitados extranjeros: estos honorarios se pagan en dólares.
- Faltazo. Eduardo Duhalde no fue el único que desistió de participar del coloquio. Emilio Cárdenas, como directivo del HSBC, iba a compartir anoche la tribuna con el periodista Andrés Oppenhaimer para analizar la realidad latinoamericana. Pero el hombre, que rehúsa las convocatorias de la justicia a declarar en la causa por presuntas coimas de banqueros a legisladores, optó también por declinar este convite. Por presión de los organizadores, finalmente encontró un atajo: entregó su discurso para ser leído por otro expositor.
- Solá. “Desde enero estamos sometidos a un montón de indignidades desde afuera... y un país no puede salir adelante sin dignidad”. El fragmento del discurso del gobernador Felipe Solá en la cena inaugural del jueves aludió a la necesidad de no admitir cualquier condición impuesta por el FMI. Algunos comensales le objetaron el tono “setentista”. Afuera del Sheraton, en tanto, aparecieron horas antes carteles con la leyenda de “Solá gobernador 2003”.
- Privatizadas. Aunque sin nombrarla expresamente, la Asociación de Empresas Privatizadas aprovechó el coloquio para denunciar la denominada mafia del cobre. Adespa advirtió desde aquí con un documento sobre las devastadoras consecuencias que tienen los robos de cables, medidores y demás elementos, sugiriendo que no hay poder político que combata ese delito. En el mismo escenario, Edesur acusó al gobierno de “dilatar” la definición tarifaria, excluyendo a las distribuidoras de las audiencias públicas.