Según estudios mensuales de la consultora Ibarómetro en la provincia de Buenos Aires, para la mayoría de sus habitantes, tanto en el interior como en el Conurbano, el caso de Francisco de Narváez por la efedrina, es una operación política. Sólo un 25 por ciento de los entrevistados considera que, aunque sea una operación política, también es una causa cierta. No obstante, la imagen negativa del candidato creció, de 27,6 por ciento en abril a 32,7 por ciento en mayo. Estudios cualitativos de la misma consultora explican esta imagen negativa en “la falta de conocimiento de sus intenciones y propuestas, en su pasado como empresario (categoría genérica que cuenta con poco reconocimiento en la opinión pública) y por la desconfianza que genera alguien que invierte tanto dinero propio en una campaña política”. La medición de mayo no alcanzó a incluir la entrevista de Marcelo Zolotgwiazda y Ernesto Tenembaum a José Luis Barrionuevo, en la que el sindicalista gastronómico dijo que De Narváez lo había contratado para controlar las urnas, lo cual contradice el aviso multimillonario en el que el candidato llama a la participación democrática de los ciudadanos para impedir el robo que vaticina.