Sábado, 10 de abril de 2010 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Adriana Villa, Alina Larramendy, Cristina Gómez Giusto, Mariana Lewkowicz, Roberto Araujo *
El ministro Esteban Bullrich muestra un profundo desconocimiento de las reglas básicas de la administración del Estado y, especialmente, de las responsabilidades de un funcionario. Poner una producción pública en un sitio web personal implica una apropiación inadmisible. Expresa además una fuerte confusión sobre las maneras de gobernar en un Estado moderno, pues al exponer en su web lo que él mismo decidió censurar, se comporta como un monarca cuyas decisiones se sujetan sólo a su humor personalísimo.
Los textos “colgados” en la web personal y en la del ministerio han sido fuertemente alterados en relación con su versión original. La ideología de la “ideología cero” muestra, aquí, una cara brutal, despedazando materiales que fueron construidos con un sentido integral y criterios explícitos.
El ministro tergiversa la naturaleza y propósitos de los materiales censurados. Estos documentos no “les dicen a docentes y chicos qué pensar”, sino que se ofrecen como recurso para la enseñanza, en el marco de los diseños curriculares y contenidos vigentes.
El documento original para nivel medio cuenta con una introducción y apartados explicativos de las corrientes historiográficas en que se inscribe y es además una selección de fuentes e interpretaciones diversas. En tal sentido, es conocimiento científico producido conforme las reglas y prácticas de las ciencias sociales, entre las cuales ocupa un lugar central la explicitación de las corrientes teóricas que lo sustentan; y tal explicitación es algo que se ofrece abiertamente a docentes y alumnos. Los temas tratados en este documento son parte de los contenidos de Historia y Educación Cívica vigentes (resolución MEGC Nº 6942/09) y que el ministro parece desconocer. En el caso de Historia, uno de los ejes que atraviesa los contenidos de primero a quinto año es el de “Distintas perspectivas e interpretaciones en la construcción del conocimiento histórico”. Es decir, este enfoque también está explícito en los contenidos.
Es evidente que el ministro no leyó los documentos. Si lo hubiera hecho, no afirmaría que “fue Página/12 el que reconociera una amplia visión gramsciana del libro del Bicentenario”. Ya en la primera nota al pie de página los autores citan la Antología de Antonio Gramsci. Entonces aquí también el enfoque está explícito y no se presenta como la única interpretación válida.
Además, las calificadas ideas de Gramsci (que sólo este ministro puede ubicar en el ámbito pedagógico) se utilizaron para definir un enfoque, no como una “fuente de datos”. Un documento puede tener muchas fuentes de datos (de hecho, estos documentos del Bicentenario se caracterizan precisamente por la pluralidad y cantidad de fuentes históricas diversas); pero no puede tener muchos enfoques a la vez... eso haría al texto incoherente, pero no “plural”. La incorporación del enfoque de este intelectual se justifica por algunas de sus potentes categorías de análisis como, por ejemplo, la de grupos subalternos.
Por otra parte, tomar un enfoque acerca de un tema NO implica censurar los demás... ¿Qué argumento es ése? Es como si se dijera que alguien, por opinar una cosa, está censurando todas las otras posibles opiniones...
La censura es un acto de supresión, no de expresión. Los autores de los materiales no suprimieron ninguna opinión ni enfoque, simplemente adoptaron una línea para este proyecto, que el ministerio avaló desde el comienzo de la gestión de este gobierno. Esa elección está ampliamente fundamentada y explicitada en los materiales. Basta recorrer la bibliografía citada para reconocer historiadores, politólogos y sociólogos de las más diversas corrientes de pensamiento.
Si el ministro está preocupado por la censura de ciertas “visiones, autores y materiales enriquecedores”, ¿por qué no explicita de qué visiones, autores o materiales está hablando? Siempre se pueden agregar nuevos recursos para el trabajo en el aula... Pero censurar un material con la excusa de que no es “total” es una ilusión tan imposible como ridícula.
Y, por último, expresamos nuestra preocupación porque, a poco más de un mes del Bicentenario, en las escuelas de la ciudad los docentes no disponen de recursos pedagógicos gratuitos para trabajar con sus alumnos.
* Y trabajadores de la Dirección de Currícula del Ministerio de Educación de la CABA.
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