Jueves, 29 de abril de 2010 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Fernando Cibeira
Dos días antes del encuentro de ayer en Olivos el gobierno argentino se preocupó en difundir de manera informal que esperaba una disculpa de parte de Uruguay debido a que la Corte de Justicia de La Haya, en un tramo de su fallo, lo había acusado de actuar de mala fe durante el largo proceso que desembocó en la puesta en marcha de Botnia. La intención fue armar la previa en una situación de “empate”, que el clima no estuviera acaparado por el reclamo uruguayo de levantamiento del corte de ruta en Gualeguaychú.
La reunión entre Cristina Kirchner y José Mujica había sido pautada a “agenda abierta”, pero el canciller uruguayo Luis Almagro había asegurado en Montevideo que la cuestión del corte estaba para su país en el primer renglón. Argentina quiso recordar que en La Haya no se había hablado de Gualeguaychú pero sí del incumplimiento del Estatuto. En las dos orillas hay presiones internas.
Para entonces a la Rosada se le había caído el plan “A”, que imaginaba una salida política y consensuada al corte. Se había creído que el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, podía actuar como interlocutor frente a los asambleístas y que a través de una negociación en la que fuera aceptando algunas de sus demandas llegara a un acuerdo para dar por concluida esta etapa de la protesta. Pero resultó que los asambleístas rechazaron de plano la invitación de Urribarri a conversar y días después ratificaron que aún mantienen un alto nivel de consenso en Gualeguaychú con una nueva multitudinaria movilización en el puente San Martín, donde hubo palos para todo el mundo.
Ni Uruguay vino a pedir disculpas ni Argentina estaba en condiciones de prometer mucho respecto del corte. Aquí se dijo poco y nada al respecto pero Almagro al llegar anoche a su país aseguró que se habló de los cortes aunque Uruguay no le pedirá a Argentina lo que no esté en condiciones de cumplir. Todavía. En las referencias posteriores de Mujica acerca de que ni él ni Cristina eran Mandrake y que el tiempo también debía jugar un papel en la resolución del conflicto, se podía leer entrelíneas el pensamiento de ambos sobre la cuestión, seguramente la principal espina a sacar luego del fallo.
Entre corchetes este punto, los dos presidentes hicieron transcurrir el encuentro por los carriles más amables posibles. Cristina fue a esperar a Mujica al pie del helicóptero, le preguntó por su mujer, por cómo anda Uruguay. En la Casa Rosada no se cansan de marcar el abismo que separa el andar de la relación bilateral a partir de la llegada de “Pepe” comparándola con lo que fue con Tabaré Vázquez. “Tabaré prometía una cosa y al otro día hacía todo lo contrario”, remachan sobre el ex. Con “Pepe”, en cambio, piensan que de veras se puede imaginar en un rápido “reencauzamiento” –la palabrita que les salió ayer– del vínculo.
La resurrección de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) y la puesta en marcha del tan mentado monitoreo conjunto de las aguas –del que se viene hablando prácticamente desde el inicio del conflicto– significa el efectivo cumplimiento del fallo de La Haya al que se habían comprometido los gobiernos y un avance contante y sonante para la relación bilateral. También el compromiso de un nuevo encuentro en la estancia Anchorena al que se quiere dotar de una mayor formalidad con la incorporación de más integrantes de los gabinetes.
Veterano negociador, Mujica mencionó a “los ríos, los puertos, el gas”, como los temas en que ambos países debían avanzar. En la Cancillería remarcaban después que el dragado de los ríos y la utilización de los puertos y el paso del gas boliviano a territorio uruguayo son todos temas que preocupan en la otra orilla del Plata, no acá. También el reconocimiento de Mujica de que el “pequeño país” no resulta muy viable si se pelea con el vecino grandote.
El martes que viene, Mujica afrontará un nuevo test que servirá para tomarle el clima a la relación. Será en la Cumbre de Presidentes de la Unasur que se realizará en un lujoso hotel sobre la Panamericana. En el temario de la reunión figuran tres temas, el último de ellos la elección del primer secretario general del bloque. Néstor Kirchner fue postulado en su momento para el cargo e iba todo viento en popa hasta que Tabaré Vázquez lo vetó. La postulación de Kirchner nunca se bajó y todo indica que su suerte está en manos de Mujica. “Ese veto ya lo levantó”, respondían en Gobierno cuando se los consultaba a propósito de qué sensación había quedado en la reunión con respecto a la determinación que tomaría el uruguayo. Se verá si es así, porque el tango del reencuentro sí o sí se baila entre dos.
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