“Iba tranquilo y ese golpe tan tremendo nos conmovió”, relató anoche uno de los pasajeros del tren chocado. Con un cuello ortopédico y algunos visibles magullones en el rostro, Antonio esperaba en la Guardia del Hospital Larcade a que uno de sus hijos terminara de ser atendido, para regresar por fin a su hogar. “Fue tan rápido que no nos dimos cuenta, un golpe en seco tan rápido. Hubo mucho ruido, muchos gritos”, alcanzó a balbucear. Según dijo, en el vagón donde viajaba junto a su esposa y dos hijos “no venía mucha gente”, y que entre los heridos los “había con cortes en la cara, en las piernas; un hombre con el brazo fracturado, pero ninguno de gravedad”.

Por su parte, Jorge Daniel Leguizamón, que viajaba en el tercer vagón momentos previos al choque, consideró que “Dios estuvo de mi lado”: “Alcancé a ver que mucha gente venía corriendo de los vagones traseros del tren gritando y algunos pasajeros que se tiraban del tren y yo sólo atiné a abrazar a mi mujer y correrme hacia adelante”, relató. “Por suerte a mi mujer no le pasó nada, pero yo estoy con el brazo quebrado”, dijo un emocionado Leguizamón en la sala de emergencias del Hospital Larcade. “Vi a mucha gente lastimada tirada en el piso del vagón y algunos con mutilaciones”, afirmó y agregó: “No sé cómo me sacaron, pero por suerte me trasladaron rápido al hospital, pero más que nada estaba preocupado por mi mujer”, finalizó.

Otro de los heridos, Gonzalo, que venía en el anteúltimo vagón, contó que “alcancé a tirarme con la bicicleta. Estoy con magullones, pero estoy bien. Mi bicicleta quedó destruida. Esto fue un desastre”.