Sábado, 8 de octubre de 2011 | Hoy
Por Emilio Ruchansky
La policía de calle, mayormente suboficiales, tuvo siempre un rol secundario dentro de la organización policial. Son los más maltratados y ninguneados debido al propio verticalismo de la institución. Les gritan, les complican los estudios colocándoles adrede horas extra para dificultarles cualquier ascenso en el escalafón de la fuerza. También suelen tener problemas al momento de pedir traslado a otra seccional o dependencia provincial, por afinidad laboral o por temas personales. Incluso, muchas veces se quejan de que no se les proveen uniformes y que ellos mismos se los terminan comprando.
Esta situación, casi histórica, a la que se suma el grado de abandono en la que quedaron algunas comisarías comenzó a ser analizada con miras a revertirla en la Ciudad de Buenos Aires por el Ministerio de Seguridad. Un grupo de funcionarios pertenecientes al área de Fiscalización de las Instituciones de Seguridad, siempre de civil, inspeccionan las comisarías, hablan con los jefes y también con los oficiales de turno, así como con los suboficiales de calle.
En distintas planillas, los funcionarios recaban las condiciones de infraestructura, califican la higiene y la limpieza de cada seccional y toman nota de las necesidades. El diagnóstico del área de Fiscalización servirá, según se indica oficialmente, para ocuparse de los estamentos marginados en la fuerza, principalmente la policía de calle.
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