Domingo, 9 de octubre de 2016 | Hoy
Por Sonia Tessa
La Catedral de Rosario amaneció ayer cercada por grandes paneles negros de madera y custodiada por algunas agentes de policía provincial durante el acto inaugural del Encuentro Nacional de Mujeres. El viernes el arzobispo Eduardo Martín había elegido bajar el tono al conflicto que suscita la movilización para la jerarquía eclesiástica.
Las miles de mujeres que llegaron ayer al Monumento a la Bandera lo hicieron a una ciudad que -al decir de una asistente de Buenos Aires- “parecía Suecia por la escasez de policía”. Que más allá del Encuentro, ése sea justamente uno de los ejes del debate por la seguridad ciudadana que fogonean los medios de comunicación de la ciudad pasó desapercibido para las visitantes. Lo que para ellas era un buen signo, es justamente el objeto de críticas diarias a la gestión socialista.
Es que los Encuentros llegan generalmente a ciudades militarizadas para defender el patrimonio eclesiástico y en Rosario eso, al menos ayer, no se vio. La propia intendenta Mónica Fein intercedió ante la autoridad de la Iglesia para evitar la confrontación. Su mayor temor es que haya escenas de violencia, con el recuerdo fresco de la represión que se vivió el año pasado en Mar del Plata.
En Rosario, una ciudad que hace más de dos décadas es gobernada por el Partido Socialista, el objetivo de las autoridades es que su nombre no se asocie a la violencia contra las mujeres organizadas en la manifestación más masiva, federal, plural y autogestiva del país desde la vuelta de la democracia.
Una ciudad donde la violencia machista ya tomó once víctimas en femicidios en 2016, según los datos del Equipo de Género de la concejala Norma López y donde la Unidad Fiscal especializada en violencia de género recibe 300 denuncias mensuales. El alto índice de homicidios de la ciudad (12,2), que duplica a todas las otras del país, es parte de un escenario complejo, que incluye gran cantidad de denuncias por violencia institucional de la policía provincial.
Fein apuesta al éxito del Encuentro porque quiere que Rosario se sacuda el estigma de la ciudad narco que tanto les molesta a los gobernantes. Cree que los tres días de octubre con miles de mujeres de todo el país pueden ser una vidriera con otro matiz.
Ayer, el macrocentro parecía un lugar tomado por mujeres de todo el país que eran bien recibidas por una ciudad sin hostilidades manifiestas, como sí se vivieron en Encuentros anteriores en otros lugares del país. Que Fein haya hablado con periodistas de distintos medios para que den cuenta de la diversidad del Encuentro, de los talleres y actividades culturales, y no sólo de la tensión frente a la Catedral con que cierra la movilización del domingo, demuestra su interés en el éxito del Encuentro. Incluso, la colaboración de los gobiernos provincial y municipal fue destacada por una comisión organizadora tan plural que incluyó desde agrupaciones kirchneristas hasta trotskistas, con acciones conjuntas inéditas como un recorrido unificado para la marcha que hoy, a las 18, marcará el punto más alto del Encuentro.
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