EL PAíS
“Por ahora no viajo a Cuba”
–¿Cuándo viaja a Cuba?
–Por ahora no viajo.
–¿Estaba programado y se suspendió o no estaba programado?
–No estaba programado. Digo por ahora no, porque considero que todavía no están dadas todas las condiciones.
–¿Juega también el caso de Hilda Molina?
–Puede ser, entre otras cosas. Puede ser. Nuestra postura sobre Cuba es clara. Nos abstenemos en la ONU cuando la quieren sancionar y rechazamos el bloqueo porque viola el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Tenemos una visión diferente en muchos temas con el comandante Fidel Castro, a quien respetamos. En materia de derechos humanos, sin agraviar al pueblo cubano y sin desconocer los campos en los que la revolución cubana avanzó mucho, tenemos una visión distinta. Para hacer una visita a un país tiene que haber un correlato de situaciones y circunstancias. Espero que mucho más cerca que lejos pueda ir.
–¿El Gobierno percibe que en este segundo mandato de George Bush hay una mirada más intensa sobre América latina? ¿Que hay una mirada muy severa con declaraciones respecto de Chávez, por ejemplo?
–Los argentinos tenemos que estar agradecidos al presidente Chávez, que nos ayudó comprando bonos, colaborando con la crisis energética, comprando bienes, arreglando buques. Es una relación excelente. Cuando me tocó hablar con Bush, en presencia de Colin Powell y Rice, estuvimos de acuerdo en la necesidad de que el pueblo venezolano se expresara democráticamente. Después yo fui a Venezuela y recibí a la oposición en la embajada argentina. Chávez ganó contundentemente las elecciones. Es un gobierno absolutamente democrático, se esté o no totalmente de acuerdo. Convive en la región de manera plena con los otros países.
–El gobierno norteamericano está empezando a decir que Chávez tiene legitimidad de origen pero no es un gobernante totalmente democrático.
–No es mi opinión.
–¿Cuánto le preocupa la situación de Bolivia?
–Mucho. Muchísimo. Es vital para la profundización del Mercosur y para construcción de América del Sur. Es clave superar los problemas entre Estados y consolidar cada uno de los gobiernos. Si no será difícil armar una construcción solidaria. No solo es básico que se consolide Bolivia. También que lo hagan Brasil y la Argentina. La Comunidad Económica Europea, y la Unión Europea después, se consolidó porque había países que podían ayudar al resto. Aquí deberían poder hacerlo la Argentina, Brasil, Venezuela, Chile. Y en este armado la cuestión energética es fundamental. Bolivia es una potencia gasífera, y es importante en energía para ella misma y para el resto.
–¿Qué espera el gobierno argentino de Brasil?
–Lo hablamos mucho con Lula. Todo Brasil tiene que entender que la industria no puede estar solo en San Pablo.
–¿Qué dijo Lula sobre esa afirmación?
–Estuvo de acuerdo. En los ’90 nos resignamos a no tener un país industrial. Hoy estamos reindustrializando la Argentina. Hay cruces de intereses y hay discusiones. No soy irrespetuoso. Quiero un país con industria, con trabajo. Un capitalismo con decisión nacional. Bien. Los industriales de San Pablo son fuertes, duros e impiadosos. También discuten intereses. En muchos temas nos vamos poniendo de acuerdo y en otros no. No vamos a resignarnos a no reconstruir la clase media y la clase trabajadora en serio.
–¿Hay choque de intereses pero no de gobiernos, diría usted?
–Del gobierno brasileño hay comprensión. Hay entendimiento.
–¿Ustedes advierten la existencia de distintos sectores dentro del gobierno brasileño?
–Por supuesto. Por citarles dos solos, aunque hay más, puedo nombrar como muy integracionistas a (José) Dirceu (virtual jefe de gabinete de Lula) y a Marco Aurelio (García, asesor internacional de Lula).