–¿Por qué la intendencia respalda a la asamblea ambientalista?

–Compartimos su criterio e incluso somos integrantes de la asamblea. Estoy convencido, como ellos, de que las papeleras nos van a traer muchos perjuicios no sólo a nosotros, sino también a los propios uruguayos.

–¿Qué tipo de daños?

–Yo no soy técnico, soy político, pero escucho a los técnicos y ellos me informan que habría consecuencias nefastas para la economía de la región. Sobre todo para la agricultura y el turismo. E incluso en la ganadería, porque si el pasto se contamina... Nosotros tenemos muchos productos de exportación y va a haber efectos directos sobre eso, sobre todo porque la producción para la exportación en una zona de papeleras ya queda teñida de sospechas y el mercado común europeo no está comprando esos productos.

–Los uruguayos, en cambio, consideran que no hay esos riesgos de contaminación.

–La gente queda desconcertada por lo que se dice, pero nuestro alerta está avalado por experiencias concretas. Más que a cualquier informe me remito a lo que pasa en Valdivia o Pontevedra. El intendente de esta última ciudad cuenta que llevan 50 años con la papelera sin ningún beneficio, y en cambio sufrieron pérdidas en el turismo, la agricultura, la ganadería. Es decir que para hacer el análisis tenemos una situación concreta ante los ojos.

–¿En qué punto están las negociaciones con el Uruguay?

–Rechazamos que sea una política de hechos consumados. Parece que somos convidados de piedra. Venimos hace tres años pidiendo que se cumpla el tratado del río Uruguay, que fija que en un río compartido las decisiones deben ser también compartidas. Queremos que, mientras se dialoga, se paralicen las obras.

–¿Qué posibilidades tiene la Argentina de modificar la situación?

–Hay distintos tipos de acciones, como las de Cancillería. Me da la impresión de que esto va a concluir, creo yo, en una controversia internacional. Calculo que la Cancillería argentina le va a plantear a la uruguaya que no ve resultados en el diálogo y va a ir a los tribunales internacionales. Están también las acciones del gobierno de la provincia, ante la ombudsman del Banco Mundial y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Todo sirve y suma, pero lo que nos sucede es que estamos en la trinchera viendo crecer las chimeneas. Por eso buscamos acciones más drásticas, que sean pacíficas, pero un poco más... Porque se dialoga, pero mientras se dialoga, vemos que en cualquier momento las plantas van a empezar a funcionar.