Lunes, 13 de marzo de 2006 | Hoy
Marcelo Vila es asesor médico de la asociación Intercambios, que estudia los problemas relacionados con las drogas. Aquí, repasa el estado del debate científico en el mundo sobre los posibles usos terapéuticos de la marihuana. Y traza el panorama de la situación argentina.
Por Cristian Alarcón
Desde fines de la década del ’90 son incontables los estudios y las opiniones publicadas sobre los efectos positivos o negativos de la marihuana. En la Argentina, la Asociación Civil Intercambio, dedicada al estudio de los problemas relacionados con las drogas, plantea una posición que intenta “no demonizar” el consumo de cannabis como una manera de “respetar la dignidad” de quienes la usan para alejar el dolor producido por algunas enfermedades. “Más allá de los estudios científicos serios que demuestran las propiedades de los canabiloides, las sustancias que tiene la marihuana, lo cierto es que deberíamos superar una discusión ideológica en torno del cannabis, sacar la discusión terapéutica de la guerra contra las drogas”, le dijo a Página/12 el asesor médico de Intercambio, Marcelo Vila.
–¿De qué manera se aborda hoy el uso medicinal de la marihuana?
–Hay dos planos, uno ideológico-cultural y otro médico científico. Hay una línea de trabajo con una fuerte apoyatura ideológica donde se dice que las drogas son peligrosas simplemente porque son ilegales. Hay distintas sustancias que en diferentes dosis pueden causar variados efectos. La heroína no tiene demasiada diferencia con la morfina en su efecto paliativo del dolor, sin embargo no se la usa.
–¿En qué sentido la marihuana puede ser útil para algunas enfermedades?
–En el ámbito de la visión terapéutica, lo que se estudia son los canabiloides, el nombre de las sustancias que tiene la marihuana. Dentro del cuerpo tenemos sustancias similares que producen algún tipo de efecto analgésico de calmar el dolor, fundamentalmente vinculado con el estrés y situaciones traumáticas.
–De ello se derivan las aplicaciones terapéuticas.
–De ahí se ha postulado un derivado canabiloide analgésico o miorrelajante para la esclerosis múltiple. Lo otro que se ha probado es su capacidad de disminuir las náuseas y los vómitos sobre todo en pacientes oncológicos que son tratados con quimioterapia.
–¿También se utilizan en pacientes con VIH-sida?
–Está probado que estimula el apetito. No sólo con pacientes con VIH sino en cualquier caso en que el enfermo se encuentre emaciado, adelgazado por el efecto de una enfermedad que le dificulta la ingesta de alimentos. Esto está en permanente estudio y aún no existe una prescripción, o sea una fórmula farmacéutica que esté aprobada universalmente para su uso. Existen, eso sí, trabajos que demuestran efectos positivos.
–Entonces lo que ocurre es que, al no existir medicamentos, los pacientes la fuman o la ingieren con comidas.
–Una cosa es pensar un derivado de la marihuana como un medicamento en pastilla, o recetar que una persona fume marihuana. Cuando se fuma, además se fuma un montón de otras sustancias que pueden o no ser beneficiosas.
–Desde mediados de los noventa que se escucha hablar del tema. ¿En qué estado de la discusión se encuentran los especialistas?
–Las discusiones no son lineales, sino procesos complejos. Hay una línea europea con los ingleses y los alemanes a la cabeza, dispuestos a discutir la marihuana terapéutica. Y otros países están más en la lógica de asegurar que las drogas ilegales sólo hacen mal y donde cualquier intento de cambiar el discurso de guerra es tomado como una forma de promover el uso de una droga indiscriminadamente.
–¿Qué pasa en Estados Unidos?
–Se entrecruzan los discursos. El gran financiador de las investigaciones científicas en medicamentos es el INH (National Institute of Health). Lo que ocurre es que financia con muchas restricciones el avance de las investigaciones.
–¿Cuáles son los efectos adversos comprobados?
–Se investiga hasta dónde el consumo puede aumentar la probabilidad de que una persona con antecedentes pueda tener delirio psicótico habiendo consumido marihuana o derivados. Es verdad que fumada puede ser más cancerígena que el tabaco. La pregunta es cuántas personas se fuman cuarenta cigarros de marihuana durante treinta años.
–¿Existen estudios al respecto en el país?
–En la Argentina no existe un estudio específico del consumo. Lo que sí hay es personas que están haciendo uso de la marihuana para sentirse mejor, incluso con el apoyo de los médicos que los atienden.
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