Sábado, 8 de julio de 2006 | Hoy
EL PAíS › TESTIMONIO DE UN SOBREVIVIENTE DE LOS DISPAROS
“Sí, la verdad que nací otra vez. La puedo contar. La verdad es que no lo puedo creer. Lo que nos pasó fue terrible. Todavía no caigo sobre lo que nos pasó.” Desde la clínica Santa Juana, en el barrio porteño de Liniers, donde sigue internado con una herida de bala en un pie, el estudiante Pablo Jagoe dialogó con la prensa sobre los sucesos en los cuales murió su amigo Alfredo Marcenac y también salió herido Juan Pablo Arrate. Los tres son oriundos de Necochea. “Ibamos los tres juntos. Nos habíamos bajado del subte en la estación Hernández. Ibamos caminando para Olleros. Yo había rendido justo ese mismo día. No había comido nada. Buscábamos un lugar para comer en Belgrano. Habíamos pasado 20 metros de la calle Hernández y empezamos a escuchar lo que para nosotros eran petardos. No nos imaginábamos que eran balas.”
Pablo Jagoe nunca había escuchado el sonido de las balas. “Sonaron como siete y entonces nos dimos vuelta para ver lo que era. Ahí vemos al tipo que nos está apuntando. Para mí nos estaba apuntando a nosotros. Entonces agarré y me tiré al piso. Con los chicos nos tiramos al piso y es ahí cuando siento el dolor en el pie. Me había entrado el balazo.” Explicó que sintió “como un fuego en el pie”.
Precisó que sintió “un dolor impresionante”. Pablo recordó que cuando se produjo el ataque a balazos, en forma indiscriminada, en esa zona de Belgrano se produjo “un silencio total”, a pesar de que la avenida Cabildo, en el cruce con Hernández, estaba llena de personas. “Yo lo que recuerdo es que nadie gritó, que nadie habló. Lo único que se escucharon fueron los diez o doce disparos que hizo esta persona. No se escuchaba ningún grito, era un silencio total.”
“Para mí (el agresor) le tiraba a Alfredo. Le tiraba a matarlo a Alfredo.” Según el relato de Pablo a Radio Mitre, al comienzo hubo una primera tanda de “siete disparos y es allí cuando yo me tiro al piso. Después me pareció que el tipo se acercaba a nosotros, que venía a matarnos. Fue un caos. Todo fue muy horrible”. Cuando le preguntaron si había logrado ver el rostro del francotirador, el joven respondió: “Yo no alcancé a verlo. Lo único que tengo grabado, lo que alcancé a ver es la mano y el revólver”.
El joven estimó que los disparos fueron hechos desde una distancia de 25 metros. “Yo creo que venía (caminando) hacia nosotros, pero tal vez era el shock que yo tenía” en esos momentos. “Por esa razón me fui arrastrando hasta el banco porque pensé que venía a buscarme para matarme. Tal vez era la impresión que yo tenía y a lo mejor, el tipo tiró los tiros y salió corriendo”. Pablo fue operado en la noche del jueves. Le reconstruyeron un hueso, le limpiaron la zona herida, pero todavía tiene la bala. “No me la sacaron, todavía la tengo”, corroboró. El chico fue enyesado y todavía tiene, por lo menos, para tres días de internación.
La víctima sigue sin explicarse la razón del ataque. “No lo entiendo, era algo que estaba en la mente de ese loco, de ese enfermo. La verdad, no lo entiendo. Alfredo no era una persona sobradora, era la persona más buena que existió. No sé por qué lo hizo.”
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