Sábado, 22 de julio de 2006 | Hoy
EL PAíS › UN ALUVION DE CAMARAS FRUSTRO EL RETRATO OFICIAL
Por F. C.
Desde Córdoba
Un Fidel Castro desencajado gritándole a un periodista de Miami “mercenario, a ti quién te paga, ¿por qué no le vas a preguntar a Bush por el terrorista Posada Carrilles?”, resultó el final adecuado para lo que podría considerarse la sesión fotográfica más caótica de los últimos tiempos. Tan así, que la Cumbre terminó sin foto oficial debido a la falta de seguridad y la negativa de las cámaras a dar un paso atrás de manera de darles un poco de espacio a los presidentes. Cansados por la infructuosa espera, los jefes de Estado, a la voz de aura, huyeron a comenzar la sesión plenaria del encuentro que arrancó con el pie izquierdo.
La imagen impresionaba. Al ingresar al hall principal del Predio Ferial se veían unas cien cámaras de televisión y fotográficas apuntando sus luces y sus flashes hacia al centro. En el medio, Fidel Castro y un puñado de sus fornidos guardaespaldas morenos intentaban abrirse paso hacia algún lado, pero no quedaba en claro hacia dónde. El destino fue la tarima que quedaba unos metros más allá sobre la que debían situarse los presidentes para la imagen de recuerdo.
Castro llegó primero. Luego apareció el resto y se ubicó sobre el escalón. Pero con los pocos guardias sobrepasados por la cantidad de cámaras que habían podido ingresar sin ninguna restricción, la posibilidad de tomar una imagen como Dios manda se volvió una quimera. Entonces se armó un enorme griterío entre quienes pedían que se diera un paso atrás, entre los camarógrafos que se decían unos a otros que bajaran las cámaras y los custodios de los presidentes que trataban de crear espacio como fuera. Hugo Chávez sonreía junto a Nicanor Duarte Frutos y saludaba a las cámaras que estaban demasiado cerca. Néstor Kirchner y Lula miraban sin entender. El argentino hacía gestos con las manos para que las cámaras se fueran para atrás. Los mástiles con las banderas de los países participantes se caían por el amontonamiento. Cuando comprendieron que la situación ya no podía modificarse, los presidentes se fueron por atrás de la tarima.
Fidel quedó apretujado y lo llevaron de vuelta a la sala de sesiones por la escalera. Desde allí arriba, por el reclamo de los periodistas, el cubano se detuvo y se dispuso a responder algunas preguntas. Quien gritó más fuerte fue un cubano radicado en Miami de la cadena Telemundo que le preguntó por el caso de la médica Hilda Molina, algo que ya había hecho a la salida del hotel Holiday Inn, donde se alojaron los presidentes. Fidel se enojó y le preguntó de dónde era. “Soy cubano”, le respondió el reportero y lo chicaneó preguntándole cómo preparaba la transición del poder en la isla. La insistencia exasperó a Castro que le respondió “¿Tú eres cubano? ¿Y quién te manda? Eres un mercenario”. Y pidió al resto de los muchos periodistas que se agolpaban a sus pies que le preguntaran y no le dejaran hablar solamente “a ese mercenario”. Le consultaron entonces si iría al acto de la tarde en la Ciudad Universitaria. Respondió que probablemente lo hiciera pero que no quería adelantar mucho “a ver si mercenarios como éste me preparan algo”. Agitado, Fidel no conseguía distinguir alguna pregunta entre el griterío y finalmente aceptó la mano que quería guiarlo hasta adentro del salón “Quebrada del Condorito” donde ya se acomodaban los invitados para el inicio de la sesión plenaria. Adentro estaba más tranquilo.
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