La dirigencia casi a pleno de la Unión Industrial Argentina en el acto de asunción del flamante ministro fue una de las pruebas más notorias de la reivindicación que este sector hace de Miguel Peirano, al que el campo, hasta ahora en cortocircuito con Felisa Miceli, decidió otorgarle crédito. Fuera de la cúpula fabril, Cristiano Ratazzi, titular de Fiat, y Víctor Klima, de Volkswagen, fueron algunas de las pocas figuras patronales que llegaron hasta la Casa de Gobierno para saludar al flamante titular del Palacio de Hacienda, de cuya gestión ningún hombre de empresa espera ningún cambio drástico. En parte por el escaso tiempo de aquí a las elecciones de octubre, que no da margen para cambios, en parte porque los hombres de empresa descuentan que las decisiones neurálgicas en materia económica seguirán pasando por el Presidente.

Los que ayer salieron a ensalzar expresamente al joven ministro fueron los representantes de los denominados “sectores sensibles”, aquellos que más demandaron medidas de protección contra la competencia externa. Como secretario de Industria, Peirano estuvo atento a estos pedidos y no le tembló la mano a la hora de firmar resoluciones de tono proteccionista.

“Estuvo muy firme con la aplicación de licencias no automáticas para frenar la importación desde el sudeste asiático”, admitió ayer el textil Aldo Karagozian, titular de la Fundación Pro Tejer. “Todo el sector lo apoya y felicita por ser un hombre de una profunda convicción industrial”, alababa Norberto García, presidente de la Cámara Argentina del Juguete. “Colaboró activamente en el fomento de políticas pro industriales, particularmente para el desarrollo de las pymes”, acotó Alberto Sellaro, conductor del gremio empresario del calzado.

Estos mismos sectores beneficiados con el dólar alto y la estrategia de frenar la competencia externa, en particular la de Brasil, horas antes de la asunción ya se animaban a ir por más sugiriendo algunos puntos de agenda del ministro. “Será necesario aplicar un tipo de cambio diferenciado para la importación manufacturera”, proponía ayer Raúl Zylbersztein, presidente de la Cámara Industrial de las Manufacturas del Cuero, a la que Peirano asesoró como economista.

Nadie duda de que el actual presidente de la UIA, el metalúrgico y ex ejecutivo de Techint Juan Carlos Lascurain, le profesa tanta estima como el resto de la conducción fabril. También el ex titular Alvarez Gaiani, identificado dentro y fuera de la Unión como un hombre más afín a la denominada filosofía neoliberal que con los principios industrialistas de Peirano, ayer elogió su “solidez profesional e idoneidad para el cargo”.

Los dirigentes del campo también dieron la bienvenida al ministro, aunque con un entusiasmo notoriamente más moderado. En rigor, Peirano representa para el agro la posibilidad de tener un interlocutor mejor dispuesto a escuchar sus reclamos que la ministra saliente, a quien le endilgan tratarlos con inquina. “Ojalá tenga margen de acción como para modificar políticas agropecuarias vigentes hasta ahora”, se esperanzó el titular de la Sociedad Rural, Luciano Miguens. “Esperemos que pueda desarrollar su capacidad y no se condicione a las órdenes recibidas: hay que dejarlo caminar”, fue la cauta apuesta de Pedro Apaolaza, de Carbap.

“Ahora está despejado el camino para ver si hay una política para el pequeño productor. Ella (Felisa Miceli) nos tenía pisados”, se sinceraba ayer ante este diario un dirigente de la Federación Agraria, cuyo máximo responsable, Eduardo Buzzi, recordó que aún está pendiente la solución para casi ocho mil productores endeudados con el Banco Nación, a los que el Gobierno aún no les habría dado una salida conforme con las condiciones varias veces anunciadas.

Un desánimo que contrasta, por ejemplo, con la algarabía automotriz, industria que hoy atraviesa uno de sus mejores momentos. O con la simpatía que la nominación inspiraría en Techint, donde el ministro inició su carrera profesional y con el que cultivó fuertes vínculos desde el Instituto de Desarrollo Industrial.