SOCIEDAD

Un bebé de seis meses murió por falta de atención médica del SPB

En octubre, Página/12 describió la atención calamitosa a las presas y a sus hijos, que comparten con ellas la tortura de las rejas.

 Por Horacio Cecchi

Con seis meses de edad, Yoel tenía su muerte preescrita, por más que se diga que con ese tiempo morir es un horrible imprevisto. Yoel es uno de los 75 chicos que nacieron presos en la cárcel de mujeres de Los Hornos, U33, por el simple delito de que sus madres estaban presas. Vivía y dormía con su madre, N., en la celda 209 del pabellón 10 para presas madres. Y murió de bronquiolitis, una enfermedad respiratoria que sin atención sanitaria suele terminar en la muerte. En octubre del año pasado, en oportunidad de la huelga de hambre de las presas de la U33, Página/12 detalló en forma exclusiva el resultado de una investigación del Area de Género del Comité Contra la Tortura, en la que se detallan las penurias por las que pasan madres e hijos tras las rejas. “La humedad y el frío son muy intensos por la falta de calefacción. Los chicos sufren múltiples afecciones, en la mayoría de los casos en las vías respiratorias”, anticipaba dramáticamente el informe. Yoel nació tres meses después de esa publicación. Hace una semana, N. pidió atención para su hijo. No se la dieron, como pocas veces la daban. Por más que la versión oficial del SPB sugirió que se trató de una “muerte súbita”, de súbita no tuvo nada. La muerte de Yoel estaba escrita.

En la U33 de Los Hornos, en La Plata, hay dos pabellones donde se aloja a madres con hijos de hasta 4 años. Cuando este diario publicó el informe del Comité Contra la Tortura, en octubre del año pasado, la cárcel alojaba unas 220 presas, de las cuales 61 eran madres. Ayer, eran 75, y otras 20 a 22 están embarazadas, aguardando al hijo que anticipadamente caerá entre las mismas rejas que su madre. A N. le tocó la celda 209 del pabellón 10 y, con ella, a Yoel le tocó la misma suerte. N. concurría al taller de comunicación de Radio La Cantora todos los miércoles, y con ella concurría Yoel. “El miércoles su hijito estaba mal”, sostuvo Fabián, de La Cantora. Desde ese día, la madre reclamó atención médica para su hijo pero no se la dieron.

Roberto Cipriano, coordinador del Comité Contra la Tortura, sostuvo que según los testimonios de las presas, Yoel amaneció con ahogos por los problemas respiratorios. Cinco presas con su madre lo llevaron hasta Sanidad, donde la médica, de apellido Sánchez, lo “colocó sobre una mesa porque no tienen camilla –dijo Cipriano– y empezó a tratar de reanimarlo. En algún momento le dijo a la madre y a sus compañeras que le escuchaba los latidos y ordenó trasladarlo”. Entre los reclamos de las presas, el año pasado, figuraba que en Sanidad no había ambulancia ni contaban con camilla. Un reclamo premonitorio: ayer, ante la ausencia de ambulancia y camilla, “entre las presas y la médica llevaron al bebé hasta el auto de la directora del penal para trasladarlo hasta el hospital de niños platense, Sor María Ludovica”, describió Cipriano. Pero al hospital llegó muerto.

La versión oficial acusaba una “muerte súbita”, contradictoria con las palpitaciones escuchadas por la médica, contradictoria con los reclamos de la madre por atención pediátrica desde el miércoles anterior y especialmente contradictoria con la campaña vial del Ministerio de Salud bonaerense para prevenir las enfermedades respiratorias. Las presas de la 33, que tienen a la vista que la atención no mejoró, anoche tomaron dos medidas: a la hora de volver al pabellón no lo hicieron; y “por 48 horas tiramos el rancho atrás”, que en la jerga tumbera significa huelga de hambre. La medida prendió en el resto y en la unidad vecina, la 8, con unas 150 presas. El colmo llegó cuando se supo que por el reclamo, dos chicos más fueron internados.

En medio de un clima de tensión que cortaba los muros, entre las versiones del SPB y los uniformados que empezaron a poblar las almenas, las mujeres presas elevaron un petitorio, reclamando todo lo que si se hubiera cumplido en octubre Yoel no habría fallecido. Y fueron por más. Pidieron revocar a la fiscal Virginia Bravo porque llegó a la unidad recién después de la protesta; y la renuncia de Rotundo y su director de Salud Penitenciaria, Cassieri.

Por otro lado, el CCT hoy decidirá qué tipo de presentación hace ante el tribunal 4 de La Plata, en quien recayó hace varios meses un pedido de amparo por la situación sanitaria y para que se analice la solución de la detención domiciliaria para las madres presas con hijos presos. Ayer, entre las posibilidades se barajaba recusar al tribunal o, directamente, denunciarlo por su responsabilidad en la muerte de Yoel tras cuatro meses sin siquiera visitar el penal.

Pero el reclamo no viene sólo desde atrás de las rejas. Hace unos meses, un grupo de carceleras de la 33 se contactó con el secretario de la Defensoría de San Martín, Juan Casolati. “Las presas se la agarran con nosotras y no podemos hacer nada”, le confiaron, pero advirtieron que no elevarían una nota porque temían lo peor. “En junio visitamos la unidad 8 –dijo Casolati–. Ahí nos enteramos de que un grupo de guardias de la 8 sí había decidido presentar un reclamo similar a las autoridades.” Como el de Yoel, el final estaba escrito: a las guardias las mandaron a Azul y Bahía Blanca.

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