EL PAíS

El único detenido

 Por Carlos Rodríguez

José Pablo García, el único detenido por el secuestro y homicidio de Diego Peralta, vivía con su esposa, Lidia, su beba, su suegra, dos cuñadas y varios sobrinos en una casa sin revocar, por dentro y por fuera, que está sobre la calle Laprida, a seis cuadras de la casa de los Peralta. En esa zona las calles son de tierra y las esquinas están llenas de amigos de García que, como él, son señalados como supuestos delincuentes por comerciantes y vecinos. Lidia le dijo a Página/12, con voz casi inaudible, que su pareja “es inocente y el culpable es un policía de acá”.
La mujer menciona al mismo policía que prestó declaración en la causa y que es señalado también por vecinos de las calles asfaltadas. García dijo en la causa que sólo fue testigo del secuestro y que la mañana del 5 de julio había salido “a comprar leche”. Lidia confirma la coartada, pero dice que la salida fue la noche anterior y que volvió al otro día, con la leche. Todos coinciden en que García “no puede haber secuestrado a nadie”. La mujer dice que la llamada a los Peralta que lo incrimina fue producto “de una trampa” que le tendió el jefe policial sospechado. García nunca estuvo en una cárcel, pero cayó varias veces en la comisaría. Su fama de supuesto ladronzuelo lo hacía vulnerable y le está jugando en contra.

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