Lunes, 24 de noviembre de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › LAS INFECCIONES HOSPITALARIAS ABUNDAN PORQUE NO SON INFORMADAS
Un proyecto de ley, que impulsa la obligación de informar los casos de infecciones hospitalarias, corre el riesgo de quedar frenado en el Senado. Los médicos temen que la sanción de esa ley señale sus errores y abra la puerta a juicios por mala praxis.
Por Pedro Lipcovich
Hay en la Argentina una epidemia invisible: la de las infecciones intrahospitalarias. Un paciente que reciba suero endovenoso corre casi cinco veces más riesgo de infectarse que en países donde estos peligros se controlan. Para el que reciba una sonda vesical, el riesgo argentino es más del doble. La probabilidad de contraer neumonía en un hospital o clínica es cinco veces mayor que en Estados Unidos. Si no fuera por estas infecciones, la mortalidad en los servicios de terapia intensiva bajaría a la mitad y a menos de la mitad en terapia intensiva neonatológica, según datos de la Comunidad Científica Internacional de Control de Infecciones Nosocomiales (Inicc). La epidemia es invisible porque –según un profesor de la UBA– “la corporación médica se resiste a notificar estos casos, por temor a juicios por mala praxis”. Hace dos años, la Cámara de Diputados había dado media sanción a un proyecto de ley para combatir las infecciones intrahospitalarias, pero la Cámara de Senadores no lo trató, y así perdió estado parlamentario. En julio pasado, un senador volvió a presentar un proyecto del mismo orden, que exige la notificación obligatoria de todos los casos y la instauración, en cada hospital, de un comité especializado en monitorear estas infecciones; hasta ahora, la Comisión de Salud de la Cámara de Senadores no empezó a tratarlo.
Alcides Troncoso –titular de Microbiología en la UBA y miembro del comité de infecciones intrahospitalarias del Hospital Muñiz– ejemplifica así: “Si usted va a un hospital o clínica para operarse de una hernia, cirugía considerada ‘limpia’, corre el riesgo de, en vez de curarse, infectarse”. Cuantificar ese riesgo es imposible porque las infecciones hospitalarias no son de notificación obligatoria en la Argentina. “Un caso de botulismo sí, debe ser notificado en forma inmediata; pero no hay obligación de notificar la presencia de una bacteria altamente infecciosa en un hospital –comentó Troncoso–. Pero en nuestro país este tema no tiene visibilidad, se desconoce, plantearlo resulta incómodo.”
–¿Por qué es tan incómodo hablar de infecciones intrahospitalarias? –preguntó PáginaI12.
–Cuando me acerqué a senadores para tratar de impulsar una ley sobre el tema, recibí objeciones por parte de médicos: la objeción más fuerte es que estas infecciones se vinculan con haber omitido reglas básicas para el cuidado de los pacientes y esto puede tener consecuencias legales, por ejemplo juicios por mala praxis. Por ese espíritu corporativo hay tanta resistencia a notificar. Y por eso mismo la ley debería obligar a las instituciones a notificar, porque eso es lo que permitirá prevenir estas infecciones y así salvar vidas –contestó Troncoso.
–¿Puede haber brotes de infección intrahospitalaria que pasen inadvertidos?
–La infección no es generalmente un caso aislado, y cuando afecta a dos o más pacientes se trata de un brote. Muchas veces, cuando fui llamado por una infección nosocomial, al revisar los libros de bacteriología de la institución encontré que el mismo germen ya se había presentado en otros pacientes internados. En un quirófano de un hospital de Connecticut, Estados Unidos, en 2000, hubo un brote por estafilococus aureus que afectó a 12 pacientes, uno de los cuales, un bebé, falleció.
Víctor Rosenthal, presidente de la Comunidad Científica Internacional de Control de Infecciones Nosocomiales (Inicc), contó: “Cuando empecé a medir las tasas de infección asociadas con la introducción de catéteres en vasos sanguíneos, encontré que multiplicaban brutalmente las que se registran en Estados Unidos”. La tasa se establece calculando la cantidad de infecciones por cada mil días de uso de catéter: “En Estados Unidos, son dos; en la Argentina pueden llegar a nueve, especialmente en hospitales y clínicas de bajos recursos, que en realidad constituyen el 90 por ciento de las instituciones”.
En cuanto al lavado de manos, “a lo sumo el 40 por ciento de los médicos se lavan las manos antes de atender a su paciente –precisó Rosenthal–. Hay que decir que en este aspecto, las cifras no son mejores en los países desarrollados”.
Un estudio efectuado por la Inicc en la Argentina y otros 17 países de desarrollo económico similar señaló que, en servicios de terapia intensiva, “por catéteres urinarios, las tasas de infección llegaban a siete por cada mil días de uso de catéter; en Estados Unidos no son más de tres. Y, en este grupo de países, se registran 20 casos de neumonía por cada mil días de uso de respirador; en Estados Unidos son alrededor de cuatro casos”. En terapia intensiva, la mortalidad, que sin mediar infecciones llega al 15 por ciento, asciende al 30 por ciento por causa de infecciones asociadas al catéter; y se eleva hasta el 40 por ciento en los servicios de terapia intensiva neonatológica”.
El senador Samuel Cabanchik, que el 30 julio pasado presentó un proyecto de ley sobre infecciones hospitalarias, no forma parte de ninguna institución médica –es filósofo– y tampoco integra la Comisión de Salud. Este organismo de Senadores había dejado pasar más de un año sin tratar la media sanción que la Cámara baja había otorgado por unanimidad, en noviembre de 2006, a un proyecto de ley que, en el mismo sentido, había presentado la diputada Beatriz Leyba de Martí. En febrero de este año, por no obtener dictamen de la Comisión de Salud de la Cámara de Senadores, aquel proyecto perdió estado parlamentario.
Según el proyecto de Cabanchik, “todos los establecimientos hospitalarios públicos o privados deberán notificar obligatoriamente toda infección hospitalaria diagnosticada y su evolución”; se deberán “conformar equipos multidisciplinarios de prevención, vigilancia y control” y, en el ámbito del Ministerio de Salud, se creará un Programa Nacional de Control de Infecciones Hospitalarias, que a su vez estará sujeto a “un sistema de auditoría externa”. Actualmente existe un Programa Nacional de Vigilancia de estas infecciones pero la adhesión de las instituciones es voluntaria, como la notificación de los casos.
El proyecto está en sintonía con lo preconizado por especialistas en el tema. Troncoso destacó que “en cada institución debe haber un comité de prevención de infecciones intrahospitalaria, formado, como mínimo, por un infectólogo y una enfermera epidemióloga. Y esto debe establecerse por ley, ya que actualmente lo preventivo se desestima, como si fuera un costo innecesario; de hecho sólo hay comités preventivos en el Hospital Muñiz, la Fundación Favaloro y alguna que otra institución más”.
Troncoso destacó que “la única forma de que el personal de salud cumpla con medidas básicas como lavarse las manos (ver nota aparte) es la presencia de estos comités hospitalarios para incentivar el cumplimiento y sancionar a quienes transgredan las normas de seguridad. En Estados Unidos, donde esto funciona en algunos estados pero en otros no, hay hospitales donde se registran más de 45 infecciones por cada mil camas, y en otros, los que cumplen las normas, la cantidad de infecciones es cero”.
“Ellos manejan esos datos pero en la Argentina, como la notificación no es obligatoria, no sabemos dónde estamos parados: lo primero, cuando se cuente con la notificación obligatoria, será hacer un diagnóstico de situación”, anticipó Troncoso.
Rosenthal agregó que “la notificación obligatoria a cargo de cada hospital debería ser validada por un organismo independiente, perteneciente al Ministerio de Salud o contratado por éste, para confirmar que los datos sean reales”; además, “los hospitales deberían acreditarse cada dos años para certificar su cumplimiento de las normas”.
El titular de la Inicc señaló que “los pacientes que contraen infecciones hospitalarias incrementan un promedio de diez días su estadía en el centro de salud; los costos de la atención se incrementan en unos 15 mil pesos por paciente y la mortalidad se eleva en un 30 por ciento”.
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