Después de cuatro días de búsqueda, más de 250 policías, bomberos y miembros del Grupo Especial de Salvamento (GES) dedicados a rastrillar una y otra vez la zona y tras la aparición del cadáver de su supuesto secuestrador, ayer fue encontrada, sin vida, Sofía, la nena de cinco años que había desaparecido el lunes. Su cuerpo flotaba en el fondo de un aljibe “hacía, por lo menos, dos o tres días”, confirmó a Página/12 un vocero de la Policía de Córdoba. El pozo de agua está ubicado al borde del predio de un viejo molino abandonado, entre el barrio Sacchi y las canteras de Malagueño, al sudoeste de la Capital provincial. Sofía fue encontrada a mitad de camino entre el lugar de muerte de su madre y el de su apropiador. “Creemos que (Gustavo) Gaitán Juncos el mismo lunes, antes de llegar a la cantera, tiró a la chiquita al pozo y siguió el rumbo”, estimó el vocero. Los investigadores creen que la nena fue arrojada al aljibe con vida.

Aunque el gobierno provincial ofreció una recompensa de 50 mil pesos y puso en funcionamiento un número 0800 para recabar información sobre el paradero de la nena, ninguna persona pudo acreditar con seguridad “haber visto desde el lunes a Sofía y a la ex pareja de su madre juntos”, informó la fuente policial. Durante los últimos cuatro días, policías y bomberos rastrillaron la zona a caballo, a pie e, incluso, en helicóptero. De hecho, los lugares donde se encontraron algunas pistas (como una mochila con ropa de la niña) y los cuerpos, tanto de Sofía como de Juncos, habían sido inspeccionados horas antes por los investigadores del hecho.

Solamente 10 kilómetros separan el barrio cordobés Sacchi y la localidad de Malagueño. El lunes pasado, a unos metros de la entrada al vecindario y a su propia casa, fue encontrada muerta a golpes la mamá de Sofía, María Alejandra Arias. El miércoles apareció flotando el cuerpo de Juncos en la laguna número 5 de las canteras de Malagueño. Cerca de las 11.20 de ayer, entre ambos lugares, en un molino abandonado y rodeado por un enorme maizal, hallaron el cuerpo de la niña. “En una zona de monte tupido, dentro del pozo de un aljibe, con más de 50 metros de profundidad y 1,30 de ancho estaba sumergido boca a bajo el cuerpo”, describió la fuente.

El jefe de la policía provincial, comisario general Alejo Paredes, confirmó que un grupo de bomberos que participaba de la búsqueda el jueves había investigado ese pozo, pero un panal de abejas les impidió el acceso al mismo. La falta de luz y la gran profundidad del aljibe también imposibilitaron, según Paredes, las tareas. Entonces, recién a la mañana, mediante un grupo electrógeno, se pudo observar el cadáver.

Durante unas horas, el lugar del hallazgo fue custodiado por unos 300 policías, que mantuvieron algunos forcejeos con familiares y vecinos de la víctima que querían acercarse al cuerpo. Recién a las 14, personal de la policía judicial retiró el cadáver del aljibe y lo trasladó a la morgue para que los peritos forenses determinen las causas y el tiempo de la muerte.

De todas maneras, los investigadores presumen que la niña fue asesinada por Juncos “no mucho después que su madre. Ni siquiera deben haber pasado la noche del lunes juntos”. Según estimó el vocero policial, “antes de llegar a la cantera, y posiblemente suicidarse, el hombre tiró a la niña en el aljibe porque estaba de paso hacia las canteras”.

“Los cuerpos en el agua primero se sumergen y, luego, salen a flote según el peso de cada uno. Por eso –dijo el policía– después de 72 horas fueron encontrados los cadáveres: el de Juncos antes y después el de la niña, aunque seguramente el hombre murió después.”

El caso es investigado por la fiscal María Antonia de la Rúa. Aún restan conocerse los resultados de las autopsias, tanto de Sofía como de Juncos, para determinar las causas que originaron las muertes. Según De la Rúa, por el momento las primeras pericias indican que “(Juncos) muere por un fuerte traumatismo de cráneo, por un golpe en la cabeza. Hay que establecer además si se ahogó o no, para lo cual se hacen estudios de los pulmones”, explicó la fiscal.

Informe: Mariana Seghezzo.