Viernes, 8 de agosto de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › LOS ARTISTAS CALLEJEROS RECLAMAN UNA LEY PARA SU TRABAJO EN LA CIUDAD
Los músicos ambulantes denuncian que en el subte son hostigados desde que la red está custodiada por la Metropolitana. Reclaman a la Legislatura una norma que regule su actividad y los proteja de los abusos policiales.
Los artistas de la ciudad de Buenos Aires que trabajan en la calle, en los colectivos o en el subte reclaman que la Legislatura porteña trate un proyecto de ley presentado en 2012 para proteger, propiciar y fomentar la actividad artística en la vía pública y en el transporte urbano. Nucleados en el Frente de Artistas Ambulantes Organizados, los trabajadores de la cultura callejera, principalmente músicos, aseguraron a Página/12 que reciben un constante hostigamiento por parte de la Policía Metropolitana, que apela a un marco legal desactualizado y ambiguo. Asimismo, afirman que desde que esa fuerza de seguridad tomó la guardia del subterráneo “nos persigue, no nos permite tocar, hay todo tipo de abuso de autoridad, nos hacen actas de contravención y hasta se han quedado con nuestros amplificadores”.
Se definen como artistas ambulantes. Se juntaron con el fin de organizarse “ante los embates de la política macrista contra la cultura, que se han intensificado en el último tiempo”, asegura Alejandro, del grupo de música Jamaicaderos, que suele tocar los domingos en la calle Defensa, del barrio de San Telmo. Walter, uno de los casi 40 artistas que trabajan en la línea A de subte, relata que “hace dos meses hicieron el intercambio en el subte de la Policía Federal a la Metropolitana, y esta última ha comenzado a perseguirnos. Han sacado compañeros que tenían amplificadores, con la excusa del ruido, y a otros simplemente por tocar. Ante este atropello decidimos juntarnos”. El músico relató también que “en un principio éramos tres, fuimos a pedir explicaciones a la Legislatura y nos aseguraron que no había ninguna orden para sacarnos de allí, pero los problemas siguieron y hoy estamos reclamando la ley, para que nos respeten como trabajadores”.
La prohibición a los artistas callejeros de utilizar amplificadores en espacios públicos se basa en un decreto de 1993, de la época de Carlos Grosso, totalmente obsoleto, ya que no contempla a la totalidad de los creadores ni de los lenguajes artísticos. Ramiro afirma que por usar amplificador “siempre tengo problemas con la policía, pero también hay otros artistas en el subte que no son músicos y lo necesitan para textos, por ejemplo, y también les sacan los equipos”. La Ley 1540, de control de la contaminación acústica, regula la emisión de ruidos y vibraciones en el espacio público, si se adecua a ella no hay razón para impedir el uso de amplificadores. “El criterio para no utilizar amplificador en el subte es justamente la contaminación sonora, pero nosotros usamos equipos realmente muy pequeños. Yo me amplifico sólo un 30 por ciento de la voz, el sonido del vagón es más ruidoso”, afirmó Ramiro.
“La ambigüedad de la normativa vigente sobre esta actividad da lugar al accionar arbitrario de la autoridad pública”, aseguró Luz, otra de las artistas, por lo tanto “reparar esta ambigüedad con una ley clara se vuelve más necesario en tanto que en los últimos tiempos han existido denuncias de persecuciones a grupos de música callejeros”, añadió Alejandro.
En cuanto al transporte público terrestre, Luz señaló que hay una normativa interna de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte que no permite las actividades de esparcimiento o artísticas en los colectivos, que “limita a los choferes frente a nuestro trabajo porque ellos son sancionados, suspendidos o penados con multas monetarias”. Carola, que también trabaja como artista ambulante en los colectivos, aseguró que “desde hace un tiempo existen inspectores que controlan tanto a vendedores como a músicos, para que no subamos”.
Los artistas concordaron en que existe una simpatía social por la música y otras actividades culturales en la vía pública y que “el abanico cultural de nuestra ciudad se ve enriquecido y ampliado”. Asimismo, resaltaron que el artículo 32 de la Constitución de la Ciudad dice que el Estado porteño debe garantizar la cultura en espacios públicos.
“La paradoja es que el gobierno en sus páginas de Internet y durante su campaña electoral promociona Buenos Aires como ciudad cultural y a nosotros nos persigue de una manera innecesaria. Queremos sentarnos a dialogar con las autoridades de Cultura. Le enviamos entre ocho o nueve notas al ministro de Cultura, Hernán Lombardi, por eso estamos abriendo el juego en la Legislatura. Queremos dar un puntapié inicial para generar un precedente en el marco legal y proteger a los músicos y otros artistas de la Ciudad”, concluyó el músico de los Jamaicaderos.
Informe: Laura Guarinoni.
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