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Los cadáveres maniatados, parcialmente calcinados y golpeados de una jubilada japonesa y de un vecino suyo fueron encontrados en la casa de la mujer, en Florencio Varela, y los investigadores buscan establecer si los asesinaron para robarles. Una de las pistas apunta a que quien cometió el doble crimen conocía a la mujer, en cuya vivienda se realizaban ritos budistas, con una nutrida concurrencia.

Los crímenes fueron descubiertos ayer al mediodía en la casa de dos plantas situada en la calle Cariboni al 2100, de Florencio Varela, donde residía Yoshiko Kunakuza, de 73 años, cuyo cadáver se encontraba junto al de la otra víctima, Martín Quiroga, de 50 años.

Dos sobrinos de la mujer informaron que ella vivía sola porque su esposo había viajado a Japón –donde residen los hijos del matrimonio– para tratarse un problema de salud y tenía previsto regresar dentro de seis meses.

La mujer cobraba la jubilación de su esposo y al mismo tiempo alquilaba uno de los dos locales comerciales linderos a la vivienda a un herrero.

Cerca del mediodía de ayer, al llegar al lugar, al herrero le resultó sospechoso que las puertas del frente y de la casa estuvieran abiertas, por lo que ingresó al inmueble. En la cama del dormitorio matrimonial encontró los cuerpos de las dos víctimas, tras lo cual llamó a la policía.

Los investigadores constataron que los cuerpos estaban maniatados con telas, calcinados desde la cintura para arriba. Quiroga presentaba signos de haber sido golpeado y Kunakuza tenía un trapo en la cara que podría haberla sofocado. Para los peritos, el trapo y los golpes podrían ser signos de que las víctimas fueron torturadas mientras estaban maniatadas y antes de ser prendidas fuego. En tanto, los investigadores esperaban resultados preliminares de las autopsias para determinar tanto la mecánica como la data de la muerte.