SOCIEDAD › OPINION

Locas como las Madres

 Por Ximena Schinca*

Una compañera salteña hizo circular la anécdota y a razón de mil kilómetros por segundo la historia se viralizó para multiplicarse en otras voces, muchas, con acento porteño o cordobés o tucumano.

Una adolescente viajaba en la línea 7B de Salta capital cuando –como una loca, la hubieran juzgado– se acercó al chofer y le dijo:

–¿Puede hacer bajar a ese hombre? Me está diciendo groserías.

En un contexto de sensibilización ante la violencia machista, es posible imaginar que el colectivero habrá sentido algún terror invadirle el cuerpo al considerar que estaban en la provincia con mayor tasa de violaciones por habitante del país. O tal vez se le acalambró el alma al pensar en la nena wichi-violada-embarazada-negada de un aborto a término porque en Salta –faltaba más– la justicia cumple sus reglamentos a pies juntillas y eso lleva su tiempo. O quizá sintió impotencia al recordar que en 2015 Salta fue el distrito con más femicidios por habitante.

–Bájese, señor –dijo el chofer, accediendo al pedido de la joven.

–Pero espere, hombre, ya me bajo –fue la respuesta del Macho argentino.

–Se baja ahora. Usted no puede hablarle así a la chiquita –insistió el colectivero. Y el Macho se bajó, y las pasajeras aplaudieron y quizá sintieron que algo empezaba a cambiar en Salta, la linda.

Pocas horas después, miles encarnaron la misma anécdota. Era viernes. Era 3 de junio. Y fuera en tren, colectivo o a pie, mujeres innumerables se envalentonaron a protagonizar una jornada histórica que –ya es posible arriesgar– dará nacimiento a una nueva fecha en las luchas por los derechos de mujeres y niñas que también son derechos humanos. Entonces las autoproclamadas locas y feministas tomamos las calles por asalto y nos movilizamos. Inspiradas en las Madres y en las Abuelas, elegimos poner el cuerpo como expresión subversiva a los estereotipos de mujeres princesas y dóciles, y a los resabios del por algo será, el algo habrán hecho y el no te metás.

Una vez más, la primera victoria fue sobre el miedo, el silencio y el encierro, y como la adolescente salteña, cientos de miles de mujeres dijimos basta a la violencia machista en las calles y en las casas.

La reprobación a la propuesta de vagones rosas de Graciela Ocaña es acto reflejo de un movimiento de mujeres que se posiciona fortalecido, intrépido y a la vanguardia en la búsqueda de una sociedad igualitaria. En ese Colectivo henchido de alegría que ya es Ni Una Menos, la movilización popular e irreverente le sonríe a la política calculadora para decirle al oído que en este bondi se quedan las locas y se bajan los violentos.

* Licenciada en Comunicación UBA. Docente de la Universidad Nacional de Quilmes.

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