Martes, 26 de julio de 2016 | Hoy
SOCIEDAD › EL JUICIO A LOS PADRES DE UN BEBé QUE MURIó AL NACER REABRIó LA POLéMICA
Una pareja de Neuquén decidió tener al hijo en su domicilio, pero el niño murió tras una complicación. Ahora el matrimonio enfrenta una acusación por homicidio culposo. Aquí, expertos discuten las ventajas y los peligros de una práctica que suma adeptos.
El caso de la pareja neuquina imputada de homicidio culposo por la muerte de su bebé durante un parto domiciliario sin asistencia reabrió el debate acerca de la práctica. “Hay complicaciones maternas y fetales que pueden surgir durante el parto que deben ser resueltas en pocos minutos y sólo puede conseguirse en un ambiente hospitalario”, considera el obstetra Evaristo Cruz Molina. Sin embargo, son muchos los profesionales que defienden sus principios y las familias que lo priorizan frente a partos en centros médicos. Para Carla Veleda, vicepresidente de la Asociación Argentina de Parteras Independientes (AAPI), “la preferencia de las madres por los partos domiciliarios crece, porque también lo hace el voltaje de la violencia de estas instituciones”.
“La mayoría de los obstetras que trabajamos en maternidad controlada y cuidada desrecomendamos los partos domiciliarios, porque deja a la pareja sin capacidad de resolución”, apuntó a Página/12 Cruz Molina.
“Los padres eligen esta metodología con un sentimiento noble, ligado a la idea de programar un parto mínimamente invasivo, y considero que es válido el razonamiento”, opinó. Sin embargo, advirtió que “el inicio de un parto puede ser perfectamente controlado en un contexto hogareño, pero luego hay que estar preparado para todo, lo que es imposible fuera de un centro médico”.
Por su parte, la vicepresidenta de la AAPI distinguió los casos de partos domiciliarios asistidos, de aquellos realizados sin el acompañamiento de un partero u obstetra. Más allá de que para la entidad, “la asistencia es una condición necesaria para un parto seguro”, Veleda consideró que “el caso sirve para reflexionar acerca de qué cosa estaba buscando evitar la pareja al huir de un hospital”. Según explicó, el parto en el hogar solo se recomienda en casos en que tanto la madre como el feto se encuentran sanos. “Lo primero que se hace son chequeos y luego un seguimiento prenatal. En esa etapa además se considera un plan B de acuerdo a la preferencia de la mamá y se asigna una institución de referencia cercana a su casa por si surge alguna complicación”, relató.
Como en Argentina no existe un marco regulatorio para los partos hogareños, quienes los asisten buscan trabajar a partir de protocolos internacionales, que incluyen como condición el óptimo estado de salud de la madre y el feto, además de la presencia de una partera capacitada y con el equipamiento adecuado. “En este modelo el lugar central lo tiene la madre, que recibe información y decide. Quienes asisten en el parto se dedican a acompañar, no tienen un lugar de autoridad”, explicó.
–En primer lugar, busca evitar la intervención sobre su cuerpo que hace la disciplina médica tradicional. Alrededor de los nacimientos, el sistema de salud construye rutinas y prácticas no consentidas que recluyen a las mujeres a la pasividad. Es verdad que en los hospitales se ven urgencias de otro tipo, pero transitar fisiológicamente el parto, desde un hogar, es muy distinto. De los partos domiciliarios tenemos un bajo índice de traslado registrado y son preventivos, cuando la mujer lo solicita, o cuando el bebé se acomoda de una forma específica. Otras veces lo eligen porque después de una cesárea el sistema les impide recurrir al parto vaginal, o porque tienen bebés grandes y les ofrecen la cesárea como atajo.
Si bien no existen estadísticas oficiales, un relevamiento realizado por AAPI entre 2011 y 2015, señala que en un 91,8 por ciento de los casos el parto finalizó de forma normal. El estudio sostiene además que no hubo mortalidad intraparto en ninguno de los casos relevados, mientras que la mortalidad neonatal fue de 0,18 por ciento. El riesgo de un parto domiciliario fuera del sistema de salud, concluye el estudio, se debe a la falta o la mala articulación y coordinación con el mismo, por el “vacío legal” y la falta de una “autoridad sanitaria” en la materia, que “conlleva a resultados desfavorables evitables por demoras en la atención”.
Informe: Paz Azcárate.
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