Viernes, 14 de julio de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › CONFIRMAN QUE EL AGRESOR DE CABILDO ATACO DOS VECES ANTES
Tal como adelantó Página/12, las pericias demuestran que la misma arma de Cabildo fue usada al atacar una confitería y un tren.
Por Raúl Kollmann
El francotirador de Cabildo y José Hernández ya había actuado, disparando a mansalva y sin razón, en dos oportunidades. Tal como adelantó en exclusiva Página/12, las pericias realizadas por la División Balística de la Policía Federal confirmaron que la pistola calibre 380 usada en la avenida Cabildo fue también utilizada en la ráfaga disparada el 2 de marzo contra una confitería de Crámer y Juramento, y también en los nueve tiros disparados contra un tren del Ferrocarril Mitre, cerca de la estación Belgrano R, el 16 de junio. La confirmación fue hecha a la agencia DyN por una fuente cercana a la pericia. El descubrimiento de la secuencia trae consigo una advertencia muy seria: el sujeto puede repetir lo hecho y, es más, los psiquiatras forenses creen que la lógica indica que es muy probable que lo haga.
En sus ediciones del martes y el miércoles, este diario adelantó que en las difíciles pericias que estaban a cargo de Balística se encontraron estrías idénticas en los proyectiles de tres hechos distintos, todos en una zona que abarca Belgrano, Belgrano R y Colegiales, o sea en un radio de 30 cuadras.
- Los once disparos de José Hernández y Cabildo provocaron la muerte de Alfredo Marcenac y heridas en otras seis personas. El sujeto que actuó fue descripto por los testigos como alto, con el pelo rapado, buen estado físico y vestía una campera negra con una bandera argentina cocida.
- Los nueve disparos contra la formación del Mitre se produjeron a las 23.41 del 16 de junio, a la altura del paso a nivel La Pampa, cerca de la estación Belgrano R y en el tren que se dirigía a José León Suárez. Los proyectiles dieron en tres vagones distintos, los coches 2603, 1071 y 1077. No hubo heridos y nadie vio al francotirador.
- En el ataque contra la confitería de Crámer y Juramento actuó un solo hombre, disparó una ráfaga de unos diez tiros, dos de los proyectiles hirieron a una joven mujer y el sujeto fue visto, entre otros, por un portero. Este lo describió como alto, atlético, pelo rapado y que usaba una campera negra. El individuo huyó en una bicicleta, pero hay un testigo que menciona que lo vio subir con la bicicleta a un tren.
El comisario Ricardo Torre, a cargo de la investigación del caso de la avenida Cabildo, fue quien pensó que debía analizarse la coincidencia entre los hechos, sobre todo a partir de un hecho que le llamó mucho la atención y que remitía a dos coincidencias: disparos sin ninguna razón y un calibre no demasiado habitual, 380.
El trabajo de Balística no resultaba fácil. No se contaba con el arma, con la cual se hace habitualmente un disparo, se obtiene un proyectil testigo y a partir de allí se hacen las comparaciones. En este caso, las similitudes debían buscarse entre proyectiles aplastados y destrozados de la avenida Cabildo, con los de Crámer y con los que impactaron en el tren. El informe de Balística no está todavía firmado, pero ya se les adelantó a los investigadores la conclusión de que se usó la misma pistola en los tres hechos.
Hay un incidente adicional que está siendo analizado aún y ocurrió en junio de 2005, en el Día del Padre, y fueron diez disparos contra un colectivo de la línea 67 en Olazábal y Moldes, también en la zona de Belgrano. Los proyectiles de este último caso recién habrían llegado ayer a Balística.
Como es obvio, el caso del francotirador no puede ser estudiado ni investigado como un hecho de inseguridad: no hay robo, no hay un homicidio basado en una relación con la víctima, no existe interés económico ni producto de una pasión específica con un hombre o una mujer. Más aún, los criminalistas consideran que lo ocurrido en Belgrano es infinitamente más habitual en Estados Unidos que en la Argentina o en Europa, por cuanto la aparición de un psicópata se suele aunar con una cultura de las armas, laviolencia y la defensa por mano propia. En el país del norte se cuentan por decenas los casos de sujetos que entran a un restaurante o un bar y empiezan a disparar en forma indiscriminada.
De todas maneras, aunque inhabitual, ahora la amenaza de este francotirador está planteada en Buenos Aires y más específicamente en la zona de Belgrano. Algunos criminalistas sostienen que es muy posible que actúe en esa área porque vive por allí, pero otros criminalistas –siempre recurriendo a los antecedentes internacionales que existen– afirman que este tipo de sujetos actúa a cierta distancia de su hábitat, pero elige una zona de la que ya tiene planificada la huida. La hipótesis es que el radio en el que actuó en Belgrano está cerca de estaciones de trenes y que ésa podría ser su vía de escape.
La idea de que el francotirador tiene la huida en mente surgió también de los últimos testimonios aportados en la causa de la avenida Cabildo. Personas que lo vieron afirman que el agresor se sacó la campera no bien subió al colectivo, de manera que cuando bajó –pocos metros después– ya no estaba con la misma vestimenta. Además, siempre caminó en sentido contrario al tráfico, según parece para evitar que lo persiguieran en auto o patrullero desde atrás y, al mismo tiempo, ver de frente si aparecía algún patrullero buscándolo.
El otro dato en el que coinciden los criminalistas es que el agresor seguramente vive solo, porque la amplia difusión que se hizo de sus características, incluyendo la campera, la bandera argentina cocida o el pelo rapado, permiten deducir que su pareja o su familia ya se habría dado cuenta y le habría acercado el dato a los investigadores.
Por último, tanto los investigadores como los criminalistas consultados por este diario afirman que la captura del francotirador es urgente, por cuanto la lógica indica que, tarde o temprano, volverá a actuar. Es muy probable que la enorme repercusión del caso lo haga moverse con cautela, pero al mismo tiempo, lo tentará a realizar otra acción del mismo tipo.
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