Lunes, 21 de agosto de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › EN EL CONGRESO SOBRE SIDA, LA CIRCUNCISION FUE TEMA OBLIGADO
Aunque ya mencionada, es la primera vez que la circuncisión se considera como un tema prioritario en la lucha contra el sida.
Por Federico Kukso
Tiene casi 5 mil años de historia, la practicaban sistemáticamente los egipcios, hebreos, fenicios, sirios, cristianos, culturas africanas, andinas y de Oceanía, y las razones que la impulsaron ayer y hoy continúan siendo de las más diversas (religiosas, étnicas, higiénicas o incluso como prueba de virilidad escrita en el propio cuerpo). Y aun así, después de tantos cortes, la circuncisión masculina sigue figurando como tema vigente, que regresa cíclicamente a la mesa del debate, como si nunca se hubiera ido. Las últimas tendencias médicas, presentadas una y otra vez en la Conferencia Internacional sobre Sida que concluyó el viernes pasado en Toronto, Canadá, no hacen más que reorientar la discusión y llevarla al área de la prevención. “La circuncisión masculina es una herramienta eficaz para prevenir el contagio del VIH”, se escuchó decir más de una vez en las reuniones que convocaron a más de 25 mil infectólogos, especialistas en políticas sanitarias y burócratas.
La vinculación circuncisión masculina-VIH en realidad no es nueva; no cayó como una bomba científica en Toronto ni figura a la cabeza del ranking de los últimos descubrimientos en la materia. La diferencia estriba en que ahora el tema ingresó de prepo en la agenda de la Sociedad Internacional de Sida, adquiriendo casi el rango de prioridad.
El discurso médico procircuncisión vinculado con el VIH se remonta a un estudio del 2005 realizado en Sudáfrica y publicado en la revista Public Library of Science Medicine, que contó con la participación de tres mil hombres de entre 18 y 24 años, de la provincia sudafricana de Guateng, donde el 32 por ciento de los adultos tiene sida. La mitad de los participantes aceptó ser circuncidada. El paper concluía diciendo que “la circuncisión masculina reduce en un 60 por ciento el riesgo de adquisición del VIH” y que “si todos los hombres se sometieran a la circuncisión en los próximos diez años, se podrían evitar dos millones de nuevas infecciones y unas 300 mil muertes por sida en Africa”. Encabezado por el nombre del reconocido infectólogo francés Bertran Aubert, el artículo remataba con una advertencia, como para evitar campañas masivas de circuncisión a diestra y siniestra: “Por sí sólo, este procedimiento médico no puede controlar la epidemia del VIH-sida en Africa. Los hombres circuncidados también pueden sufrir la infección, aun cuando el riesgo en ellos es mucho más bajo”.
Frente al vacío provocado por una vacuna que se niega a aparecer, las medidas alternativas ganan espacio. “En lugares donde no hay recursos y donde la prevención tiene un rol muy importante porque las posibilidades de tratamiento son casi nulas, cualquier medida que conlleve a evitar al menos un poco el contagio el VIH es importante”, explicó a Página/12 el médico infectólogo Omar Sued, de la Fundación Huésped. “No es tan llamativo que la circuncisión reduzca el riesgo de contagio. Con prepucio se tiene tres veces más superficie de piel que hace contacto con la vagina que si no se tiene prepucio. Con la circuncisión se reduce la piel expuesta. Pero hay que aclarar: la circuncisión no protege al hombre ciento por ciento frente al virus”.
En julio de este año, un nuevo estudio, también publicado en Public Library of Science Medicine, solidificó aún más la idea: “Si se generalizase la circuncisión masculina en toda Africa, se podrían prevenir hasta 5,7 millones de infecciones por VIH para el 2026”, decía la investigación que pegó fuerte en Estados Unidos, donde casi el 60 por ciento de los bebés recién nacidos son circuncidados.
Hasta las principales organizaciones sanitarias mundiales se mostraron dispuestas a recomendar campañas masivas de circuncisión para reducir la propagación de la enfermedad. Sólo aguardan nuevos estudios que confirmen de una vez por todas la tendencia. En estos momentos, dos investigaciones están en pie: una tiene lugar en Uganda y sus resultados se conocerán recién en julio del 2007; la otra se realiza en Kenia y terminará en septiembre del año que viene. Suazilandia, Botsuana, Lesotho, Tanzania y Zambia figuran también como posibles países donde testear la hipótesis.
Trayendo el tema al escenario local, la iniciativa de circuncisión masiva tal vez cuente a su paso con algunas objeciones. “En la Argentina tenemos urgencias mucho más importantes que impulsar en el tema VIH dado que en nuestro país no son los hombres la población más expuesta sino las mujeres. De ahí la importancia de los microbicidas, por ejemplo”, advirtió Omar Sued. “A nivel comunitario –concluyó– quizá no tenga mucho éxito hablar de circuncisión en Latinoamérica. En nuestras sociedades es mucho más traumático el impacto de la circuncisión que el beneficio que produce. Creo que no estamos preparados para impulsar este tipo de acciones. En realidad es mucho más fácil impulsar la educación y hablar tranquilamente del preservativo, sin prejuicios.”
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