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–En Neuquén, usted tiene una relación difícil con los gremios docentes. Por ejemplo, en junio de 2005 ellos instalaron una carpa blanca y, como respuesta, la policía los desalojó con violencia.

–Había una relación difícil. Hoy no la hay: estamos en paritarias. Hemos madurado todos.

–¿El desalojo de comienzos de este año a los docentes que cortaban una ruta también fue una falta de inmadurez?

–Son... situaciones. Pero no fue un desalojo violento.

–Ellos sostuvieron que los sacó a los golpes “la patota de Sobisch”.

–No, por suerte no tenemos patotas. No, se sacó esa carpa porque estaba en la puerta del despacho del gobernador, lo que fue una provocación. Imagínese que le pongan una carpa en la puerta de su casa.

–En Buenos Aires hubo una Carpa Blanca y ni Menem la sacó...

–Pero no en la puerta.

–¿No había ninguna otra entrada?

–Pero es como si yo le digo a usted que entre por el techo a su casa. Si usted es un hombre honesto que no hizo nada, y yo no había hecho nada, no me parece razonable. Así que se retiró la carpa.

–Usted quiere llegar a presidente. Si un día los vecinos de Gualeguaychú le ponen una carpa en la Casa Rosada, ¿cómo van a terminar?

–No, no. No creo que los vecinos me pongan una carpa en la puerta. Ellos defienden una causa justa y no fueron como este grupo de activistas de los gremios, que lo que no me perdonaban es que les di una paliza en las elecciones y les saqué el 40 por ciento de diferencia.

–¿Por qué no hay una política para expropiar la recuperada cerámica Zanon, como reclaman sus trabajadores?

–Hay otros empleados que están afuera y no los dejan egresar. Hay un juicio en la Justicia federal y no podemos actuar. Ahora los que están adentro presentaron un proyecto de ley, pero no tiene valor. Hay que esperar que termine el juicio.