Domingo, 8 de octubre de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › UN TESTIMONIO CONSPIRATIVO Y MAS QUE DUDOSO
Una ex administrativa de la SIDE se presentó ante los fiscales y dijo que llevó a Anzorreguy un memo avisando de la bomba a quince días del atentado. Dijo que hizo una copia, pero no la presentó.
Por Raúl Kollmann
A su larga lista de hechos asombrosos, la causa AMIA sumó en los últimos tres meses un nuevo capítulo de increíbles. Una mujer de apellido Ochoa, que trabajó como administrativa en la SIDE con el nombre de Cristina Lencinas, se presentó en la Justicia y dijo que quince días antes del atentado de julio de 1994, un alto jefe de Contrainteligencia de la SIDE la mandó a la oficina del entonces titular de espías, Hugo Anzorreguy, con un sobre que contenía un memorando en el que “se advertía con certeza sobre la comisión de un atentado contra la sede la AMIA”. La mujer dice que Anzorreguy le entregó una contestación que consistía en “aceptar la veracidad de la información”. Los fiscales Alberto Nisman y Marcelo Martínez Burgos, tras realizar una investigación, concluyeron que la historia que cuenta la mujer no es cierta y la denunciaron por falso testimonio ante el Juzgado Federal de Guillermo Montenegro.
Ochoa relató que después del atentado hubo una enorme presión en la SIDE para que no se revelara que tenían información previa del ataque. Es por eso, dice la mujer, que incursionó en los archivos e hizo una copia del memorando que dice le entregó el coronel Navarro, de Contrainteligencia, y que ella llevó hasta el departamento de Anzorreguy, en Esmeralda y Arroyo. Cuando Nisman le preguntó dónde estaba el memo, Ochoa contestó que lo tenía guardado en una caja de seguridad de un banco de Florencio Varela. El fiscal le propuso ir de inmediato a ese banco, pero ella alegó que la caja está a nombre de la madre. La investigación demostró que la madre de Ochoa nunca tuvo caja en lo que fue el Banco Lloyds de Varela, sólo una cuenta. Pero además, la madre de la testigo declaró que hacía seis años que no veía a una hija que sólo tenía el objetivo de sacarle dinero. Ochoa concurrió varias veces a la fiscalía pero nunca entregó el memo, poniendo las más diversas excusas. Finalmente fue denunciada por falso testimonio.
De la historia de Ochoa se confirmó que revistó como administrativa en la SIDE, aunque ella dice que lo hizo en el sector de Contrainteligencia, donde colaboraba con los jefes en distintas tareas internas, siempre administrativas. Eso llevó a los fiscales a dudar del relato. Por un lado, parece difícil que un jefe de Contrainteligencia envíe un memo tan delicado al titular de la SIDE por una empleada administrativa y en un sobre abierto. Igualmente improbable parece que una administrativa vaya después del atentado a la sede de la SIDE, en avenida De los Incas y Tronador, para acceder al archivo, retirar el original del supuesto memorando y hacer una copia. Una copia de la que habla hace tres meses pero nunca presentó ante la Justicia.
La SIDE, de todos modos, llamó la atención del Tribunal Oral de la causa, que mandó a investigar por qué los teléfonos de la Embajada de Irán, su Consejería de Cultura y una empresa iraní, GTC, estaban intervenidos desde el 8 de junio de 1994, un mes y medio antes del atentado. También el ex titular de la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia Alejandro Rúa encontró un documento muy relevante: el embajador de la Argentina en el Líbano, Juan Angel Faraldo, envió un cable a la Cancillería advirtiendo que el líder de Hezbolá, Mohamed Fadlalá, había anunciado en un discurso que le generaría un problema a Israel, que el frente de conflicto se extendía a todo el mundo y que los combatientes musulmanes ya habían demostrado que sus manos pueden llegar a la Argentina, haciendo referencia al atentado de 1992 en la Embajada de Israel. Ese cable fue remitido al delegado de la SIDE en la Cancillería, Molina Quiroga, el 31 de mayo de 1994, casi dos meses antes del ataque. En el juicio oral hubo doce testigos que mencionaron que un helicóptero sobrevoló el edificio de la mutual judía en la noche del 17 al 18 de julio de 1994, horas antes del atentado. Todo eso demuestra que, más allá de la poca credibilidad de Ochoa, parece que alguna información sobre el inminente ataque circulaba en las fuerzas de seguridad e inteligencia.
La mujer mencionó también a dos agentes de la CIA, Eric Faiman y Frank Lacitignola, que le contaron que el ex presidente Carlos Menem tenía una cuenta en Suiza donde recibió dinero para aplacar las acusaciones contra Irán. Cuando se le preguntó a Ochoa por qué contaba todo esto ahora, argumentó que últimamente muchos agentes “se encuentran desaparecidos” y ella temía que le sucediera lo mismo.
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