El cielo es azul y los pastos verdes, pero las aguas son negras y fétidas. Es el río Reconquista, y en la ribera del Canal Aliviador está parado Nahuel Orellana, junto a dos remos y un bote, contando que, además de las heces que flotan en el agua, vio pasar por el río vísceras de vacas y chanchos. Es allí donde Nahuel y los demás integrantes de la Selección Nacional de Remo tienen que entrenarse.

La Pista Nacional de Remo existe desde 1972, pero desde el año 2000 empezó su deterioro. Hoy es una víctima más de la desviación del curso del río Reconquista que hizo Unirec (el ente del Reconquista) con la construcción de un dique. Así, las contaminadas aguas invadieron el Canal Aliviador, donde está la pista.

En la actualidad se trata de un lugar altamente contaminado que no sólo se ve sino que también huele mal. A un costado del río están suspendidas botellas y bolsas de toda clase, mientras el calor levanta el olor nauseabundo que los remeros deben soportar para entrenarse en el deporte. Nahuel, sin embargo, asegura que “hoy se puede decir que está limpio, porque hay días que no se aguanta el olor”.

Este escenario, donde el peligro de infección es alto, es el único con el que cuentan los deportistas, porque “no hay opción –dice Orellana–. El que rema en Argentina tiene que venir acá”. Las consecuencias de la contaminación en la Pista Nacional de Remo pueden ser nefastas no sólo para los deportistas sino también para el deporte en sí mismo. Este año, por ejemplo, por el deprimente estado el río, algunas competencias de remo se hicieron en Mar del Plata.

Y ante todos estos problemas, lo único que puede hacer Nahuel es “lavar bien el bote para sacarle la mugre”.