Jueves, 14 de diciembre de 2006 | Hoy
Los investigadores creen que en el homicidio de la contadora Isabel Da Silva y su hija Isabel Cavaco participaron dos o más personas. La más joven fue asesinada con un hacha de cocina. La mayor murió asfixiada. Expectativas en el cruce de llamadas telefónicas.
Por Horacio Cecchi
Del doble crimen de Moreno, apenas si van apareciendo al margen algunas evidencias que no alcanzan para describir el porqué ni el por quién de los asesinatos, pero que permiten ir dibujando algunos trazos de lo que ocurrió. Por ejemplo, del informe preliminar de la autopsia realizada al cuerpo de Isabel Cavaco, la más joven de las dos mujeres, aparecen marcas que corresponden a heridas cortantes provocadas por un elemento semejante a un hacha que podría ser del tipo de cocina, y que no aparece en la escena. Los forenses también determinaron que por la mecánica de las muertes resulta casi seguro que participaron dos o más personas. Los peritos levantaron huellas diferentes y analizan el teléfono Nextel de Cavaco –que fue tomado por uno de los asesinos y luego arrojado en la calle– para determinar si la dueña del celular había organizado un encuentro que derivó luego en su propia muerte y en la de su madre, Isabel Da Silva Cunha.
Los forenses de la morgue de General Rodríguez, donde se realizaron las autopsias a las dos mujeres, señalaron que Da Silva murió media hora antes que su hija, porque consideraron la temperatura corporal de ambas: el cuerpo de Da Silva se enfrió antes pese a que fue hallado en un lavadero donde la temperatura era de 33 grados centígrados, mientras que el cuerpo de Cavaco se encontraba en un ambiente que funcionaba como escritorio y que tenía el aire acondicionado encendido.
Por la mecánica del hecho, los forenses determinaron que era prácticamente imposible que los dos crímenes los hubiera realizado una sola persona, más allá de que quien franqueó el paso desde dentro podría haber sido alguna de las dos víctimas. De hecho, el fiscal Alberto Navarro tiene expectativas en el análisis que surja del Nextel de Cavaco, que fue sacado de la casa por uno de los asesinos y luego arrojado a la calle, a cinco cuadras del lugar. Los expertos analizan si existió algún cruce de llamadas de Cavaco con alguno de los asesinos, y si la mujer había organizado alguna reunión que derivó luego en el doble crimen. Se preguntan, además, por qué, si robó el Nextel, luego el asesino decidió arrojarlo en plena calle o si lo que intentaba era verificar si aparecía algún número vinculante o un mensaje de texto.
Además del teléfono Nextel, Navarro determinó que los asesinos sacaron de la casa el juego de llaves de Cavaco y un arma calibre 22, que pertenecía a los dueños de casa.
Del informe preliminar de la autopsia surgió que la muerte de Cavaco sobrevino por las lesiones punzocortantes que recibió en el cráneo. Las heridas, de todos modos, no se compadecían con el cortafierro que fue hallado en el sillón del living. Los especialistas consideraron que se utilizó un arma con “peso propio, volumen y energía cinética, con un borde con filo y que penetra”. La definición encaja con un hacha y alguna hipótesis menciona que se trata de un hacha de cocina que no fue hallada en el lugar.
El cuerpo de Cavaco también presentaba lesiones de otro tipo, éstas sí compatibles con el cortafierros. La presencia de ambos tipos de heridas es una de las evidencias que apunta a que los crímenes fueron cometidos por dos personas al menos. La más joven de las dos mujeres tenía, además, cuatro bolsas de nylon de las del tipo de supermercado, que se supone no fueron colocadas para asfixiarla sino para disminuir los gritos. Da Silva, en cambio, fue atacada con el cortafierros pero murió asfixiada con una sola bolsa de nylon en la cabeza.
Ayer, alrededor de las 11 de la mañana, los cuerpos de ambas mujeres fueron inhumados en el cementerio de la localidad de Moreno.
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