El pequeño visitante mira atentamente la mano de la profesora y trata de copiar sus movimientos con el pincel. Aunque apenas supera la altura de la mesa donde están distribuidas las obras en muestra, el niño exhibe su habilidad para pintar una flor de yeso. Su eventual profesora es Analía, una ex alumna de la Escuela Taller, un espacio donde aprendió a restaurar y conservar edificios históricos. Ella, al igual que muchos hombres y mujeres que pasaron por las aulas de esa escuela, puede vivir de ese oficio que se creía en extinción. “Es mi principal fuente de trabajo”, contó con gran sonrisa.

El ámbito donde Analía improvisó esta clase al niño fue la jornada “Artesanos por un día” donde tanto maestros como alumnos de la escuela taller mostraron el trabajo realizado durante el año. En la primera mesa, los visitantes se encontraban con las figuras ornamentales de las fachadas de edificios (o formatos pequeños, según su nombre técnico). “Primero armás los moldes de la figura. Tenés tres tipos de materiales: yeso, caucho o siliciona. En segundo lugar, copiás la figura. Es una duplicación que reemplaza a la figura dañada”, explicó Analía. Luego de años de estudio, la joven puede hoy trabajar del oficio de restauración y conservación de ornamentos. “Fue una gran oportunidad para mí aprender este oficio”, relató.

“Es muy importante recuperar este oficio porque representa una fuente de trabajo para muchos jóvenes y adultos sin trabajo”, destacó Alberto. En su caso, la gratificación es doble. La escuela no sólo le dio la posibilidad de conseguir empleo, sino también de estar frente al aula y enseñar lo aprendido a las nuevas generaciones. El ex alumno llevó para exhibir un copón decorativo y realizó una “representación sin cargo” a Página/12 sobre la técnica para moldear la figura. Luego de mezclar cal y arena en un balde, el hombre iba salpicando el material sobre una base con la forma del copón y luego le daba la terminación definitiva con un molde de chapa, circular y giratorio, que sacaba los sobrantes.

La misma satisfacción vive Javier, maestro de moldería de escultura y ornamentos. Durante 16 años fue escultor del Teatro Colón, pero un problema de salud lo obligó a buscar un ámbito de trabajo distinto. Así fue que se acercó a la escuela y se convirtió en uno de los profesores más solicitados entre los alumnos jóvenes. “Tengo 14 alumnos. Tienen muy buena onda y muchas ganas de aprender”, contó.

Vecinos, turistas y amigos de los artesanos recorrieron la muestra donde maestros y alumnos presentaron sus trabajos en artesanías. Algunas obras fueron creadas para la ocasión. Otras son muestras utilizadas en las clases del programa Escuela Taller. Se trata de una iniciativa de la Dirección General de Casco Histórico, dependiente del Ministerio de Cultura porteño, que está en marcha desde hace siete años y busca preservar el oficio de conservación de edificios históricos. “La propuesta permitió además contar con mano de obra calificada que hace los trabajos a un precio razonable y que garantiza la calidad”, explicó Cristina Malfa, coordinadora técnica del programa. “Muchos de los ex alumnos fueron contratados para obras en la Casa Rosada y en la Cancillería”, agregó.

Miguel, de 55 años, es uno de los alumnos de la escuela. Ahora está aprendiendo a restaurar ornamentos, pero tiene la esperanza de que algún día podrá trabajar de este oficio. “Por ahora me va más o menos. Hace cuatro meses que empecé en la escuela”, contó el hombre. “Es un alumno muy aplicado y ésa es una clave importante”, aseguró su profesora, mientras empacaba las muestras en exhibición. La escuela no sólo brinda clases de conservación, sino que ofrece cursos de albañilería, construcción de herramientas, yesería, pintura de obra, tratamiento y limpieza de pétreos, metales, maderas y carpintería de madera.

Informe: Elisabet Contrera.