Martes, 11 de diciembre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › PROPUESTA DE UN ARGENTINO PARA EL TRANSITO URBANO
Pedro Kanof, exiliado hace 35 años, propuso a los gobiernos europeos llenar las calles de bicicletas. Una idea con beneficios ambientales y para la salud.
Por Carlos Rodríguez
Pedro Kanof nació en Argentina, vivió muchos años en Italia –tiene la doble nacionalidad– y ahora está radicado en Estados Unidos. Desde 1989 viene diciéndoles a los mandatarios de varios países europeos que tiene la solución a la locura del tránsito urbano. Seguidor de Iván Illich, un vienés crítico de la sociedad consumista que –entre muchos otros cambios– propició el uso masivo de tecnologías de bajo consumo energético, Kanof se reivindica como creador de un sistema de transporte urbano que convertiría a las bicicletas en dueñas y señoras de las calles: “Instalar en los centros urbanos una masa crítica de bicicletas, cientos de miles de bicicletas que llenen las calles y que ‘obliguen’ a los automovilistas a circular a la velocidad de la menos veloz”. Vehículos rodando a cinco kilómetros por hora, bicicletas en alquiler –facilitadas por los gobiernos– esperando a los usuarios en estaciones de trenes o de subtes, brusco descenso de la contaminación ambiental y de los accidentes de tránsito, serían las claves. Kanof propone “un mundo mejor” caminando sobre un par de ruedas. Una idea similar está por ser aplicada en Buenos Aires (ver aparte), aunque Kanof ya adelanta sus críticas.
“Queremos cambiar, pero no somos locos. Las cosas que usted propone van contra las industrias del automóvil y del petróleo. Y no podemos hacerlo.” Kanof, un exiliado político de los setenta (ver aparte) que en Italia se doctoró en ingeniería, le cuenta a Página/12 que ésas fueron las palabras de rechazo de Jacques Attali, consejero del entonces presidente francés François Mitterrand, cuando en 1989 le presentó la idea de aplicar en París su sistema de transporte urbano. Ahora, en la capital francesa, está en práctica un sistema similar al propuesto hace 18 años. Kanof considera que es “un robo” de su idea, no patentada por él en su momento.
De todos modos, plantea sus críticas al sistema parisiense, cuyo concesionaria es la multinacional de la publicidad callejera JCDecaux. “La empresa ha invertido 90 millones de euros distribuyendo 10.648 bicicletas en 750 lugares de estacionamiento, pero eso no sirve de nada porque no hay una ‘masa crítica’ que llene las calles y que desaliente el uso del automóvil, que como se sabe genera embotellamientos, polución, accidentes graves y que ni siquiera sirve para moverse con más rapidez en las grandes urbes. Es más veloz ir en bicicleta, corriendo o caminando, incluso.”
Lo que propone Kanof es “un sistema manejado por el Estado, con usuarios registrados en un programa informático, con tarjetas de usuario que se utilizarán a la manera de un cajero automático, para poder tener acceso a las bicicletas guardadas en los estacionamientos”. Kanof cuestiona el sistema de concesión, similar al aprobado en la Argentina (ver nota aparte). “JCDecaux dice que ofreció a la Municipalidad de París un sistema ‘gratuito’ que incluye las bicicletas y la gestión, pero en realidad está quedándose, a cambio, con la utilización, en exclusiva, de 1628 carteles de publicidad callejera, lo que supone una ganancia importante.”
En París, para acceder a las bicicletas los usuarios tienen que pagar un euro por día o cinco euros por siete días. El abono anual cuesta 29 euros. En Barcelona, donde también se aprobó el mismo sistema, la licitación fue ganada por la firma estadounidense Clearchannel Outdoor, líder mundial en publicidad callejera, cuyos ingresos anuales superan en tres mil millones de dólares a los de JCDecaux. “Lo que se está haciendo distorsiona lo que era la idea original y tiene como eje el negocio de las empresas, algo que no estaba ni está en mis planes”, aclara Kanof.
En la entrevista telefónica con Página/12, Kanof habla de las bondades de la bicicleta. “En los países ricos, como Estados Unidos, hay gente con muchísimo dinero a la que le dan de comer grasas y son obesos. Uno de cada cuatro norteamericanos tiene problemas de obesidad. Para ellos sería muy importante adoptar la bicicleta como medio de transporte. Esa es una virtud adicional del sistema que propongo.”
Kanof se imagina una escena en Buenos Aires, donde vivió hasta 1972: “Sería bárbaro tener un tránsito lento, en bicicleta, en la esquina de Sarmiento y Talcahuano, por ejemplo. Los autos y los ómnibus contaminan. Además, la energía es carísima. El barril de petróleo, en Estados Unidos, vale casi cien dólares y los que viajan en auto tienen gastos mensuales importantes, a pesar de lo cual tardan una hora de ida y otra de vuelta para llegar a su lugar de trabajo y luego volver a su casa. De lo que no se dan cuenta, además, es de que pagan para mantener a los gobiernos despóticos de Arabia Saudita”. Kanof anticipa que si en Buenos Aires se aplica la misma idea que en Francia o España “va a ser un fracaso, porque veinte mil bicicletas en la ciudad no cambian nada. Hay que poner cientos de miles y dejar de pensar en el dinero como objetivo”.
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