Jueves, 19 de febrero de 2009 | Hoy
Antonio Cabana, cacique wichí, no habló en la audiencia, aunque esperaba que lo llamaran los jueces. Antes de contarle a Página/12 sobre su vida en Tonono, en la ruta 86, en Tartagal, Cabana había prestado mucha atención a los dichos del abogado Raúl Ferreyra durante su alegato en favor de los reclamos de las comunidades. Sobre todo cuando hizo mención al maestro del derecho Germán Bidart Campos, quien antes de morir escribió sobre la “gigantesca deuda” de la Justicia con los pueblos originarios. “Dígamelo a mí”, dice Cabana con su media voz. Tiene 70 causas penales en su contra por cortar rutas o ponerles el cuerpo a las topadoras e impedir desmontes. Ayer, sin ir más lejos, estuvo en el Palacio de Justicia, cuando tenía una citación en un juzgado de Orán. Tuvo que hacer una presentación en Buenos Aires, para decir que había viajado y no quedar “en rebeldía”. Hay que acercarse muy bien para poder escucharlo: “Me acusan por el solo hecho de defender lo que es mi tierra. Mis abuelos me enseñaron a cuidar lo que es mío, lo que es nuestro. Mis antepasados vivieron 110 años en esos lugares. Por eso son míos, son nuestros y los tengo que defender”.
“Mi abuelo me educó con toda su sabiduría. Ellos me enseñaron a vivir en un territorio que era libre, que era para nosotros. Ahora nos están sacando todo y eso no puede ser, no es justo. En la situación en la que estamos, ya no podemos seguir. Esa no es la vida que teníamos”, repite Cabana. Luego aclara que no tiene abogado defensor. “No tengo plata. Me voy a defender solo.”
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