Internet no pudo con ellas. Tampoco las consolas domésticas para juegos de video. Ni los dispositivos móviles cada vez más accesibles, con mil funciones. ¿Serán inmortales las figuritas? Sallustro, de Panini, no arriesga tanto pero reconoce que la vitalidad no les afloja. “Por lo que vemos en los últimos años, las nuevas tecnologías no las reemplazan, y tampoco cambian lo que representan para los chicos, que es el juego de coleccionar e intercambiar en el colegio. Al colegio los chicos llevan su álbum con figuritas, no la PlayStation. Las figuritas tienen que ver con estar con sus amigos, también. Van al patio y juegan al fútbol o canjean figuritas.”

El historiador y coleccionista Bitrán cree que lo imbatible de las figuritas es una cierta fascinación con la imagen, pero también con la fantasía de completar: el sueño de llenar el álbum propio.

–Hay una fascinación visual. Claro, no es lo mismo ahora que todo el tiempo podés ver fútbol, por ejemplo: encendés el televisor y a cualquier hora encontrás un partido. Antes, tenías que esperar toda la semana hasta los partidos de sábado y domingo. Era un ritual. Hoy tenés 80 programas deportivos, y las figuritas te llaman la atención igual. Lo mismo pasa con otros temas. Antes, armar un álbum tenía algo de armar tu enciclopedia: podías ver imágenes de países, de animales, de cosas que desconocías y que no podías encontrar en cualquier lado. Tenían algo mucho más pedagógico. Esa fue siempre también la estrategia comercial de los fabricantes: mezclar fútbol, por caso, con algo didáctico. Ponían la historia o la información de un país por delante, para que los maestros y los padres vieran que coleccionando los chicos también podían aprender cosas.