Lunes, 5 de marzo de 2007 | Hoy
Por Horacio Cecchi
La lógica para evitar que la denuncia de tortura con picana progrese es la demora. Lo saben los presos, lo saben los carceleros y lo saben peritos, defensores, fiscales y jueces. Después de la picana, al preso lo suelen guardar en un buzón de aislamiento el mayor tiempo posible. El caso de Cristian López Toledo, uno de los pocos que se pudo demostrar, fue posible porque el Comité Contra la Tortura se presentó de inmediato, la pericia se realizó con suma velocidad, la fiscalía colaboró en el reclamo. Pero no es la costumbre. Cuando llega el turno de la pericia, el obstáculo es la toma del examen. El argumento más común que esgrimen los peritos que rechazan realizar el examen es que no se trata de pasaje de corriente eléctrica. Temen un juicio porque no hay consentimiento del paciente, lo que es a todas luces absurdo. Otra excusa es que se puede infectar la zona. Absurdo, ya que se debe indicar una cobertura de antibiótico. Como ayudamemoria para los peritos “no cirujanos”, la propia Suprema Corte editó el libro Patología Forense para el hombre de Derecho, del ex jefe de anatomía patológica de la Asesoría Pericial platense Rubén Laguens. En su capitulo VI, página 45, trata sobre “Apremios ilegales por aplicación de corriente eléctrica”, donde describe la importancia del tiempo. Otro autor muy utilizado, E. Bonnet, maestro de la medicina legista, en su libro Medicina legal, página 523, sobre el procedimiento para la toma biopsia, en relación con las quemaduras, dice que el perito debe hacer la toma de la muestra.
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