SOCIEDAD › COMO MARCHALA CAUSA

Jueces y partes

“Soy una persona educada”, “respetuosa”, “agradecida”, repite el juez de Paz de El Maitén, Guillermo Palmieri, ante 30 mapuches a los que llevó las correspondientes cédulas para notificarles que están en problemas con la Justicia argentina. Entre los notificados hay chicos de un año. “No quieren entender que es una comunidad. Es una burla que nos hacen”, considera Rosa Nahuelquir. Palmieri muestra un poder que le hizo el juez de Esquel Omar Magallanes para “constatar el uso que dan al predio que ocupan”. También lee “una orden que emana del juez de la causa”, que prohíbe “provocar ignición, extraer productos leñosos y suspender las construcciones de cualquier naturaleza hasta que el juez se expida sobre qué corresponde para este predio”. Si los mapuches reinciden en el fuego para sacarse el frío y cocinar, “se aplicará la sanción correspondiente”, indica su texto.

“La cédula de notificación judicial debería estar dirigida a la comunidad”, insiste Luis Millán, representante de Santa Rosa. Palmieri le dice: “Voy a leer los nombres. Cuando escuche ‘comunidad’, se lo entrego”. Y empieza: “Atilio Curiñanco. No dice comunidad, ¿no? Dice Atilio Curiñanco”. Continuó la nómina de notificados, pero nadie la recibió. “No hay nadie”, observa el juez de Paz antes de dejarlas a resguardo en el ranchito de alimentos: “Si quieren después las agarran o hacen lo que les parezca”, aconseja.

Según Mauro Millán, “en esta región es muy frecuente y muy común que jueces y fiscales sean terratenientes y ganaderos. ¿Qué chances tenemos de que esta Justicia tome una decisión imparcial para los derechos que dicen que tenemos? La propia Justicia no quiere que lleguemos a discutirlo”.

Casi por subir al auto, el juez de Paz Palmieri no lo niega: “Trabajé en una estancia de Benetton. Ahora pregunte a ellos si no trabajaron para Benetton”, dice y señala a las carpas de la comunidad. “Hay 500 mil hectáreas donde entran tres pueblos. La gente de esos pueblos trabaja de leñador, alambrador, transportista”, remarca Palmieri, ingeniero agrónomo crecido en Balcarce, donde la Compañía de Tierras tiene la estancia Santa Marta. “Si yo hago esto (ser juez de Paz) es difícil que pueda esconder por qué vine al sur. Trabajé para la empresa sólo seis meses, no doy el perfil que busca como administrador. Ni siquiera como administrador, enseñé a usar unas herramientas y nada más”, asegura.

Y remata: “Benetton compró de buena fe a Menéndez, Ochoa y no sé quién más. Ellos compraron. El que vendió fue el Estado argentino. Históricamente se vendió a extranjeros, desde la época de Butch Cassidy”.

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