Denis Mizne, del Instituto Sou Da Paz, de San Pablo, Brasil, recordó que su país es el que tiene “el mayor número de víctimas fatales de armas de fuego en todo el mundo. En el último año murieron 36 mil personas asesinadas con armas de fuego, a razón de 100 por día”. Ese tipo de muerte es “la principal causa entre jóvenes de 15 a 24 años”. El problema fue creciendo a lo largo de trece años, hasta el 2003, cuando se llegó a un pico de 40 mil muertes anuales. Como conclusión de las cifras, con un toque de ironía, Mizne afirmó: “El miedo es democrático, porque todos tenemos miedo, pero la violencia es selectiva, porque busca a los hombres jóvenes que viven en las favelas, en la periferia de las grandes ciudades y que están armados”. Como en otros países, “hay crímenes de proximidad, entre gente que se conoce, pero el arma parece la única forma de visibilidad para muchos jóvenes que no tienen un proyecto de vida. Toda no es gente que está relacionada directamente con el crimen, pero busca en el comportamiento violento la solución a todos sus problemas en un país donde la desigualdad social es muy evidente”. Esto lleva a relacionar “pobreza con criminalidad, pero la realidad es que en las zonas más pobres del país, en el interior de Bahía o de Maranhao, no hay violencia ni criminalidad. Sí las hay en Río o en San Pablo, donde la desigualdad es más evidente”.