Domingo, 2 de marzo de 2008 | Hoy
Fue un pilar fundamental del activismo trans, una heroína que ya forma parte de la memoria colectiva del movimiento gay-lésbico-bisexual-trans. Nadia Echazú nació en Salta, se curtió en Córdoba y se afianzó en Buenos Aires. Es reinvindicada por su temple combativo. Fue una de las primeras en juntar a sus compañeras de parada en Palermo, militó en la Asociación de Travestis de Argentina (ATA) y fundó la Organización de Travestis y Transexuales de Argentina (OTTRA). Su vida estaba signada por la violencia policial, pero nunca perdió el swing: solía ir a la marcha del orgullo montada en sus patines. Murió de complicaciones derivadas del VIH el 18 de julio de 2004. La cooperativa lleva su nombre.
Seis años antes, varios agentes de la comisaría 25 la rodearon en la calle, la metieron en un patrullero y la llevaron a la seccional, donde le pusieron un chaleco de fuerza. La tiraron al piso, la patearon salvajemente afectándole un riñón, la mojaron y la dejaron en el piso de una celda. Ese mismo año, los legisladores de la Alianza habían derogado los edictos policiales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que daban enormes facultades a la Policía. “A nosotras no nos importa qué es obsceno, porque igual nos siguen llevando presas vestidas, arriba de un taxi, en una disco o en la puerta de nuestras casas”, le dijo alguna vez a este diario.
Nadia Echazú siguió militando en la calle. El 7 de octubre de 2001 mientras hacía campaña en la calle repartiendo preservativos y alertando sobre las formas de contagio del VIH-sida, nuevamente fue patoteada por miembros de la Comisaría 25. Uno de los tres agentes que se acercaron le pidió la documentación y luego la escupió. “Yo te voy a dar derechos a vos, puto degenerado”, le dijo y amenazó con “destrozarla” si volvía a verla por la zona. Antes de esposarla y subirla al patrullero se entretuvo golpeándola y rociándole la cara con gas lacrimógeno.
Y ella volvió, una y otra vez. Hasta que tuvo que internarse y pasar sus últimos días en el hospital Muñiz, hasta donde la persiguió la violencia de génera: fallecio en la sala de varones.
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