Los ecos de la concentración del 3 de junio todavía reverberan. Se sienten en el cuerpo como un estremecimiento, una contracción de los músculos, la sensación física de entrar al mar por primera vez y que la fuerza de una ola desbarate todo equilibrio. Algo cambió, dicen todas las mujeres a las que ahora les pedimos una palabra más reposada, una que nombre lo vivido pero que también se anime a diseñar los pasos que siguen, las conquistas que podrían perseguirse, eso que queremos. Algo se movió, como si hubiéramos pateado el eje sobre el que gira la tierra. No es que hayamos conseguido algo definitivo, es el atisbo de lo que podemos lograr lo que tiene esa capacidad de desempañar la mirada y proyectarla. Y sin embargo, en estos pocos días, desde ese grito colectivo, otros nombres se restaron y en los relatos de esas muertes que parecen quedar fuera de la demanda “Ni una menos” aparece lo mismo que viene denunciando en esa consigna: este sistema –el patriarcado, su forma de moldear a varones y mujeres, la heterosexualidad obligatoria– mata. Lo saben las amigas y los amigos de la niña de 12 cuyo perfil fue violado y juzgado otra vez por los medios. Lo sabía ella misma que no lo resistió y se resignó para siempre. Lo podría haber sabido el niño de 5 al que sus vecinos y vecinas escucharon gritar, como contaron frente a cámara, pero no pudieron ayudar. La violencia machista mata. Pero nosotrxs, quienes nos movilizamos y quienes seguiremos juntando los pasos hasta hacer temblar la tierra, nosotrxs dijimos basta. Si la semana pasada las voces que recogimos durante esa tarde y noche históricas parecían aullar a la vez sin perder ninguna su propio tono, su modulación, su cadencia; ahora es tiempo de poner esas voces y otras voces y otras más a tejer una trama nueva, un diálogo capaz de inventar otras constelaciones en nuestro cielo. Con éstas que siguen abrimos aquí esa conversación, que se agiten las lenguas de las brujas, que corran de boca en boca como chismes los debates y se lleven y traigan las noticias de lo que sí se ha activado y de lo que ya estaba moviéndose para cercar a la violencia machista. Que no se detenga, que no pase el temblor.

PRODUCCION:
ROXANA SANDA,
LUCIANA PEKER
Y FLOR MONFORT