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A más de treinta años del retorno de la democracia, nuestra sociedad aún sufre una clara expresión de la cultura autoritaria: el androcentrismo. La movilización del 3 de junio marca un punto de inflexión en la lucha contra la violencia de género. Fue la expresión pública que, echando mano del uso de nuevas tecnologías, ha podido calar hondo en la sociedad civil a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Configura un genuino y fuerte aporte a la visibilización de que se trata de un problema social grave que no distingue clases sociales, etnias o religiones: está ahí, mata, y debemos ocuparnos.

Si bien hay importantes logros, se impone, con la activa participación de los tres poderes del Estado, universidades y ONG, la concreción de medidas urgentes, entre otras, la elaboración de estadísticas y la implementación de procedimientos de seguimiento de las casos de violencia de género; asimismo intensificar el trabajo en la formación especializada de quienes están en contacto directo con las víctimas de violencia de género.

Enhorabuena que “Ni una menos” opere para muchos/as como el despertar de la caverna platónica en la que el patriarcado y sus sombras se erigían como la única realidad posible. También es la confirmación de que vamos en la dirección correcta a quienes desde nuestra cotidaneidad venimos trabajando en el mejoramiento del acceso a justicia de la mujer con la firme convicción de que el esfuerzo valdrá, no ya la pena sino la alegría, porque un mundo en el que las mujeres podamos vivir sin miedos, se asoma.

* Jueza de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, presidenta del Foro Federal de Consejos de la Magistratura y Jurados de Enjuiciamientos e impulsora de la primera Oficina de Violencia Doméstica (OVD) en el interior del país.