Nos parecía importante que, en el mismo momento, en todo el país, se unifique el reclamo. La convocatoria fue espontánea y diversa, cientos de adolescentes que venían con sus remeras de las escuelas ayudaban a repartir folletos, vecinas de barrios humildes con sus carteles, mujeres que forman parte de las cooperativas Ellas Hacen, estudiantes universitarias, profesionales, sectores de la Iglesia Católica, muchas personas que no militan la causa ese día estuvieron ahí.

Mi sentir fue ambivalente, a la par que me emocionaba la multitud, me preguntaba el porqué de la masividad de una convocatoria hecha desde Buenos Aires, cuando con una convocatoria local no ocurre. Es algo repetido. Mucha gente seguía los detalles del juicio de Angeles Rawson, mientras en Corrientes se desarrollaba el juicio por el femicidio de Eli Verón sin enterarse: una centralidad mediática podría decirse, una actitud a repensar.

También nos molestó mucho la hipocresía de lxs funcionarixs y ministros que tuvieron declaraciones discriminatorias hacia niñas y posaban con el cartel “Ni Una Menos”, mientras que no llevan adelante la educación sexual integral o nos dicen que no hay presupuesto para invertir en políticas públicas para las mujeres. Nuestra provincia no cumple con el protocolo de abortos no punibles y fue declarada “provida” por decreto y, sin embargo, todos –oportunistamente– se sumaron, pero una niña de doce años permanece en terapia intensiva luego de dar a luz. Y una de las formas de violencia hacia nosotras es no poder decidir libremente sobre el curso de un embarazo no deseado.

*Integrante del Movimiento ConGenero, un espacio feminista que a través de distintas actividades busca concientizar sobre la problemática de la violencia hacia las mujeres, de Corrientes.