Viernes, 12 de junio de 2015 | Hoy
#NIUNAMENOS > QUE NO PASE EL TEMBLOR
Por Selva Almada *
Fui a la marcha con una amiga. Nos juntamos antes a trabajar, cerca del Congreso, porque además de amiga es mi editora, y cuando salimos del bar nos sumamos a la gente que iba caminando por Callao. Sabíamos que iría muchísima gente porque eso ya se venía palpitando en las redes sociales y en los medios de comunicación. Todos hablaban de #Niunamenos, aunque fuera para atacar la marcha o la consigna; rápidamente se había instalado en boca de todos con todo lo que ello supone, acomodaticios incluidos. A mí la foto con el cartel de #Niunamenos, las fotos en general quiero decir, incluso las de los ilustres desconocidos, me hicieron ruido, no coincido, no me parece, pero reconozco que sirvió para que gente a la que sí le importa quién le dice qué cosa, se sumara. Empezamos a caminar y fue muy conmovedor. Nos reímos cuando pasamos y escuchamos “a 10 pesos la credencial” y nos seguimos emocionando a medida que nos íbamos metiendo más y más en el corazón de la marcha. De todos modos, en algún momento, cuando me quedé en un claro de gente, buscando aire, no pude evitar preguntarme por qué realmente estaba allí mucha de la gente y cuántos iban a hacer carne la consigna, para cuántos no iba a ser sólo un paseo, una anécdota, la selfie para subir a las redes.
Al otro día, cuando me enteré de que las llamadas al 144 se habían multiplicado de las mil y pico habituales a las trece mil y pico, volví a emocionarme porque eso era un resultado de la marcha, quizás el primero, el más patente.
En la marcha escuché a alguna gente quejarse porque entre las consignas se mezclaban las del aborto legal, seguro y gratuito, la de la campaña nacional y la de otras organizaciones. Se quejaban como si una cosa no tuviera nada que ver con la otra. Mientras el aborto no sea legal en nuestro país, creo que ésa es la forma más visible y directa de violencia del Estado sobre las mujeres. Entonces vaya si no tendrá que ver una cosa con la otra, un reclamo con el otro. Las mujeres que mueren por abortar son mujeres que asesina el Estado argentino.
* Escritora, autora de Ladrilleros, El viento que arrasa, entre otros, y Chicas muertas (Random House), sobre los femicidios de Andrea Danne, María Luisa Quevedo y Sarita Mundín.
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