UNIVERSIDAD

“No a una asamblea clandestina”

Los decanos y consejeros de Ciencias Sociales, Filosofía y Letras, Ciencias Exactas y Arquitectura difundieron ayer el siguiente manifiesto, titulado “Por una nueva UBA”:

“Los asambleístas que apoyamos la candidatura del Dr. Alberto Kornblihtt, reconocido profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, a rector de la Universidad de Buenos Aires, lo hacemos porque representa un proyecto para la UBA que compartimos. Es decir: no confundimos el efecto con la causa. La candidatura del Dr. Kornblihtt es la consecuencia de ese proyecto y de las ideas que lo inspiran. No creemos que hacer política –en la UBA o en el país– sea algo que deba empezar por tener un candidato. Este, al contrario, es el resultado, y el mejor representante, de ese proyecto, de esas ideas, de esa política, asumidos de manera colectiva y consecuente.

“Ese proyecto no es complejo de enunciar: es el de una universidad nacional, pública, gratuita y laica, abierta de manera radicalmente democrática al conjunto del pueblo argentino. Es el de una universidad que, junto al proyecto para sí misma, piense –y se inserte en– un proyecto de país, y no en los intereses particulares de quienes la dirigen o de quienes quisieran hacer de ella un mercado para negocios propios, de las grandes multinacionales o de los organismos internacionales de crédito.

“Es una universidad auténticamente popular y abierta a todos: creemos firmemente que la UBA, contra el “sentido común” de las ideologías elitistas y neoliberales, debe ser todavía más “masiva” y al mismo tiempo garantizar todavía más “excelencia académica”. Porque hoy en día, en la tan proclamada “sociedad del conocimiento”, la educación superior debe ser un derecho universal y no un privilegio de pocos (...). Este enunciado requiere de ser llevado a cabo en la realidad. Somos los asambleístas, en la asamblea, los responsables inmediatos de esta tarea. Debe ser ése el ámbito donde se inicie el debate sobre el cambio. Pero la tarea le pertenece al conjunto de la comunidad universitaria y también al conjunto de la sociedad argentina. La universidad debe defender hasta las últimas consecuencias su autonomía frente al Estado, a los intereses particulares, a las empresas, a los partidos políticos, pero no frente a la sociedad, que es la que la sostiene con su trabajo, y a la que la universidad debe servir y ante la cual debe dar cuentas con la más absoluta transparencia y franqueza.

“La lucha por un aumento sustancial del presupuesto universitario –así como del educativo en general– es pues una lucha que compete también a toda la sociedad y no solamente a la errática voluntad política de uno u otro gobierno.

Para lograr esto, una tarea completamente imprescindible es la reforma de los actuales estatutos de una UBA cuyas formas de gobierno y representación, así como sus criterios de “ciudadanía”, han quedado obsoletos. Pero debe quedar perfectamente claro que la lógica y las características de esa reforma están subordinadas al proyecto trascendente: la reforma es un medio, y no un fin en sí mismo.

“Consecuentemente con todo lo que venimos diciendo, nos comprometemos, pase lo que pase en la próxima asamblea, a llevar adelante actividades públicas en las que el conjunto de la comunidad universitaria y de la sociedad argentina participen con ideas y propuestas que contribuyan a perfeccionar el proyecto para la UBA (...). No tenemos ninguna razón para no marchar decididamente a la asamblea del próximo 17 de julio. Desde hace ya mucho tenemos un proyecto, tenemos una política y tenemos un candidato que defender ante los que, por el momento, no han demostrado tener otra cosa que sus ambiciones. La asamblea, sostenemos, debe hacerse. Pensar que la misma debe desarrollarse a puertas cerradas y con la presencia de las fuerzas del orden es un grueso error político. No queremos para la UBA una asamblea “clandestina”, ni con represión. Al contrario: quisiéramos ver en ella multitudes de estudiantes, de docentes, de graduados, de no docentes, y también de ciudadanos y ciudadanas de cualquier tipo. Es hora de que la sociedad sepa qué sucede realmente en su universidad: ésa es la mejor garantía de que ella sea un espacio público, abierto, plural y democrático.”

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