CONTRATAPA

Virus

 Por Rodrigo Fresán

Desde Barcelona

UNO Las noticias, como virus que se expanden rápido, pegan fuerte, contagian a todos y, de pronto, un día se esfuman en el espacio exterior para dejar lugar a que nuevas bacterias conquisten nuestro espacio interior. De este modo, aquellos que no hicimos otra cosa que hablar de lo mismo durante unos cuantos días de pronto nos descubrimos preguntándonos de qué toca hablar a continuación. Y para bien o para mal, la respuesta nunca demora demasiado en llegar. Y allá vamos otra vez.

DOS Así, lo que empezó como una novela de Michael Crichton parece haber mutado a guión de David Mamet. Me refiero aquí al asunto de esa gripe A que, se suponía, nos iba a matar como a cochinos afrodisíacos. Parece que no, parece que no era para tanto (toco madera; pero ha resultado ser una de las gripes más suaves desde que el hombre comenzó a estornudar) y lo que no deja de ser una buena noticia provoca, al mismo tiempo, la inquietud de haber sido víctimas de una apestosa estafa. Esto ha despertado sospechas por el apresuramiento con el que la Organización Mundial de la Salud etiquetó todo el asunto como pandemia apocalíptica y se habla de vinculaciones de los responsables con las farmacéuticas multinacionales que vendieron vacunas. Wolfgang Wodarg –presidente de la Comisión de Salud del Consejo de Europa– ya se ha referido a la maniobra como “uno de los mayores escándalos médicos de la historia, un montaje de proporciones gigantescas y una campaña de desinformación a gran escala”. Y me acuerdo de El jardinero fiel, novela magistral y terrible de John Le Carré y del desasosiego que me produjo una trama en la que los responsables de curarnos eran, sí, los más enfermos.

TRES “¿Y ahora quién podrá defendernos?”, se preguntaban los desvalidos adoradores de un infeccioso superhéroe mexicano. Y eso mismo me pregunto yo ante el embate de tanto bacilo vacilante en los últimos días que me ha dejado completamente idiota y rendido ante la fiebre zapping y estacional. A ver... La contemplación –una y otra vez– desde todos los ángulos posibles del manotazo rompe-nariz que el volátil e incontrolable Cristiano “Hago 3000 Abdominales al Día y Qué” Ronaldo le pegó a un jugador del Málaga que gana mucho menos dinero que él. La sorpresa por el súbito cierre durante dos años del restaurante top El Bulli debido a crisis metaexistencialista de su responsable Ferrán Adrià (“¿No es como si Las Meninas solicitaran un año sabático para reflexionar?”, se preguntó, desconsolado, el escritor Juan José Millás). El abandono de Nadal en Australia y el retorno de Alonso con Ferrari. La tercera candidatura al Oscar de Pe Cruz (¡Piedad! ¡Piedad! ¡Que llegue pronto la noche de la entrega y a otra cosa!). La angustia de los que andan por la calle gimiendo un “¡Quiero mi iPad ya, por favor, lo necesito para ser feliz!” al descubrir que ni el e-book ni el iPhone alcanzaron para satisfacerlos. La última narco-masacre en Ciudad Juárez que, para cuando ustedes lean esto, seguro, ya no será la última. Tiger Woods internándose para superar su “adicción al sexo” (eufemismo que en otros tiempos, al menos en lo que hace al star system, se conocía como “infidelidad”; porque, hasta donde yo sé, nunca aparece un soltero entre quienes confiesan y ni Michael Douglas ni David Duchovny fueron sorprendidos alguna vez en la cama con una octogenaria o un dálmata). La excitación de los que importunan niños a la salida de los colegios para contarles sus teorías en cuanto a cómo será el final de Lost. La fiebre atómica de pueblos españoles peleándose por ser los huéspedes de un redituable cementerio de desechos nucleares (una portada del semanario de humor El Jueves muestra a Zapatero con los pantalones bajos e introduciéndose un supositorio radiactivo mientras dice: “¡Una solución democrática! ¡En forma de supositorio y que cada uno se meta por el culo la parte que le toque!”). La desenfrenada salingeritis (muerto el lobo feroz, los muchos más de tres cerditos vuelven al bosque y comienzan a salir a la superficie esas fotos en las que el autor de El guardián entre el centeno parece el Dan Draper de Mad Men). Los Avatar Blues –novísima forma de depresión de la que acaba de dar cuenta la CNN– expresada en el desconsuelo de los espectadores volviendo una y otra vez al planeta Pandora de James Cameron para así ahogar “fantasías suicidas” inspiradas por la inexistencia de semejante paraíso y, de vuelta en España, otra portada de El Jueves: Un inmigrante con la cara mal pintada de azul pregunta: “Y si le digo que vengo del planeta de Avatar, ¿me empadrona?”.

CUATRO Y entre tanto moco y poca flema, a mí me cuesta olvidar y reponerme de la realidad de esa madre (me da náuseas tener que escribir su nombre) que lucró durante años con su hijo presentándolo como “el niño más enfermo del Reino Unido”. El nene estaba perfectamente sano pero mami no sólo lo obligaba a desplazarse en silla de ruedas y alimentarse por una sonda sino que, además, lo sometió a todo tipo de intervenciones médicas para conseguir donaciones y conocer a famosos, políticos y miembros de la familia real. Resultado: el niño de nueve años sí está enfermo porque está convencido de que tiene –como le contó su madre– los días contados. Y me pregunto qué sentido tiene el preocuparse por plagas terminales cuando, al día de hoy, todavía no hemos conseguido neutralizar a microorganismos como esa madre hija de sí misma.

CINCO ¿Está engripada España? Todo parece indicarlo. Y se siente ese doloroso crujir de huesos. “España contrae el Mal Griego”, titula La Vanguardia. Síntomas: Record de desempleo, caída en la Bolsa, único país del G-20 en recesión, malestar de sindicatos que comienzan a toser aquello de “huelga general”, déficit en las finanzas públicas cercano al 10 por ciento, espantada de inversores internacionales cortesía de un catastrofista artículo del Financial Times, y un accionar del gobierno más bien tembloroso proponiendo algo para corregirlo o negarlo a las pocas horas. Mientras tanto Zapatero –con el PP subiendo en las encuestas por inercia más que por la inocurrente oposición de Rajoy & Co. y audibles sordos rumores en el PSOE en cuanto a la necesidad de “cambios urgentes”– voló a EE.UU. Para rezar junto a Obama (quien negó tener en sus planes una próxima visita a Madrid) frente a una misteriosa y poderosa organización retro-ultra-cristiana conocida como “La Familia”. Lo que nos trae un cierto perfume Dan Brown. ¿Será ZP el Zímbolo Perdido? ¿Resulta cada vez más críptico y oscuro el Código Obama? Zapatero –representante de un gobierno ejemplarmente laico y firme defensor de la amplia separación entre Iglesia y Poder– se paró allí para leer un fragmento de la Biblia sobre la necesidad de “no explotar al jornalero”, insinuó con elegancia el respeto a la libertad sexual y práctica de credos, y remató con su germen favorito: el siempre optimista y caballeroso Quijote. Obama llegó tarde, lo abrazó fuerte, bailó su wadu-wadu, y se fue rápido a atender a sus propios y cada vez más impacientes pacientes. Y yo me quedé pensando mientras tragaba una aspirina común que, al final, cuando las papilas queman, siempre terminamos mirando al cielo o al suelo, con la cabeza gacha, invocando entre susurros la mágica figura de aquel a quien creamos para que, después, nos creara. Un divino científico loco cuyo mejor diagnóstico –nunca contesta el teléfono de emergencias– fue el de recetarse a sí mismo desaparecer tan rápido como desaparece la noticia de un virus para que aparezca la noticia de otro virus: esa mortal e inmortal palabra que es singular y plural al mismo tiempo.

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