Martes, 9 de febrero de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Mariana Carbajal
No nos quedemos solo con los perejiles. Con otras palabras, es lo que advierte el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata en la segunda sentencia por un caso de trata de personas desde que se sancionó la ley que tipificó la figura penal. “Este tipo de delitos conforma la nueva criminalidad organizada del siglo XXI, que será tan lesiva socialmente como los delitos de tráfico de estupefacientes que constituyeron la modalidad habitual de fines del siglo pasado. Consecuentemente, es dable observar que no se repitan los viejos vicios en la instrucción de estos ilícitos, donde por problemas y negligencias investigativas se termina puniendo a los autores menos importantes de la cadena, como es exactamente el caso de autos, donde nos encontramos con un no vidente y una mujer tratada que ascendió de categoría y pasó a ser regente de sus propias compañeras, nuevas víctimas”, escribió el juez Mario Alberto Portela en su voto, al que adhirieron sus colegas Roberto Atilio Falcone y Néstor Rubén Parra.
En el primer juicio oral por el delito de trata que se hizo en el país, el Tribunal Oral Federal de Santa Fe condenó a diez años de prisión el 27 de noviembre a Julia Núñez, una reclutadora, que recorría barrios pobres de los alrededores de la capital provincial captando bajo engaño a niñas y adolescentes.
Sobre los grandes proxenetas, ningún rastro, ninguna investigación, ninguna condena todavía. El tribunal marplatense es claro: si no se profundizan otras líneas investigativas –por ejemplo, que se llegue a quienes financian los viajes a la Argentina de las mujeres captadas en Paraguay–, difícilmente “se pueda desmontar realmente toda la cadena que evidentemente cuenta con complicidades de funcionarios policiales y municipales”. A los y las perejiles hay que perseguirlos y condenarlos. Sobre eso no hay dudas. Pero no deben ser los únicos. O sucederá como con las causas por infracción a la ley de drogas, en las que quienes van presos y atestan las cárceles son los eslabones marginales de las grandes organizaciones criminales. Hoy hay alrededor de 700 mujeres detenidas en prisiones federales por transportar poca cantidad de estupefacientes en el interior de su cuerpo o en equipajes. Representan el 80 por ciento del total de presas del Servicio Penitenciario Federal.
El juicio marplatense por trata fue abreviado. Lo acordó el fiscal del juicio Juan Manuel Pettigiani con el abogado de los imputados. Y así, lamentablemente, Mar del Plata se perdió la oportunidad de un debate oral y público que hubiese jugado como caja de resonancia de una problemática que trasciende las fronteras del delito, en un momento en el que se empezaron a correr ciertos velos que ocultan la trama de la trata en la ciudad balnearia. El titular de la fiscalía especializada en el delito de trata de la Procuración General de la Nación (Ufase), Marcelo Colombo, aporta un dato muy interesante: “En Paraguay, la mayoría de las sentencias condenatorias fueron por acuerdo de juicios abreviados y eso –dicen los investigadores paraguayos– incide de modo negativo en la configuración social disvaliosa del fenómeno”. No nos olvidemos: La trata de mujeres se sustenta en la naturalización de la explotación de la prostitución ajena y fundamentalmente en la existencia de clientes-prostituyentes.
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