DEPORTES › OPINION

La Volpe, un curioso ganador

 Por Ariel Greco

“En el mundo, lo que vale es la Selección y hace veinte años que no aparecemos entre los cuatro primeros. Todos siguen hablando de Riquelme y no ganamos un carajo.” Con su habitual incontinencia verbal, Ricardo La Volpe siguió su pelea unilateral con el armador de Boca, todo porque Riquelme dijo que no creía en la táctica, como publicó ayer este diario. Parece que el actual entrenador de los Rayados de Monterrey, que marcha 13º en el campeonato mexicano, encontró con las palabras una mejor manera de neutralizar a Riquelme que cuando tuvo que enfrentarlo en la Copa Libertadores con Vélez. Aquella vez ni siquiera el trabajo táctico, ni su bruja personal ni el feng shui pudieron evitar que Riquelme anotara un gol en el partido de ida y otro olímpico en la vuelta y lo sacara del certamen.

Pero lo peor es que lo ataca con argumentos falaces. ¿O acaso Riquelme es el responsable de que la Selección Argentina no haya llegado a las semifinales en ninguno de los últimos cuatro mundiales? Se podrá discutir su tarea en Alemania, pero ¿qué tiene que ver con procesos anteriores? Incluso, su ausencia fue la más lamentada en 2002, en la peor frustración de estos tiempos, casualmente bajo el mandato del entrenador más afín a las ideas del ex tercer arquero en el Mundial ’78.

Para colmo, para atacar a Riquelme pone como ejemplos a Verón y Simeone, los símbolos del Estudiantes que ridiculizó a su Boca en 2006. Pero tampoco toma en cuenta que Verón y Simeone han tenido, en esos veinte años de fracasos, según La Volpe, mayor incidencia en los resultados de la Selección que Riquelme. Y eso sin poner en discusión los méritos y las trayectorias de Verón y Simeone.

Pero lo que resulta más curioso es su discurso sobre ganadores y perdedores. Desde su púlpito, se da el lujo de desprestigiar los torneos locales y la Copa Libertadores, esos mismos campeonatos que con su sabiduría no pudo ganar. Ni en Boca ni en Vélez, donde ni siquiera consiguió meter al equipo en ninguna de las dos Copas, algo inédito en la historia reciente del club. Y tampoco en 25 años en México, salvo por el certamen que ganó en 1993 con Atlante. Tal vez su orgullo ganador esté alimentado por haber llegado a los octavos de final del Mundial 2006 eliminando a Irán y Angola y quedando eliminado con la Argentina de Riquelme o por la obtención, en el Distrito Federal, de la Copa de Oro de la Concacaf en 2003.

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